La médica de Familia que cambió el medio urbano por el rural: “Me planteé dejar la especialidad”

María Escori, médico de Familia que estudió e hizo el MIR en Zaragoza para después pasar a trabajar en un pequeño pueblo de la provincia de Teruel, nos relata su historia

María Escori, médico de Familia en el entorno rural (FOTO: Cedida a ConSalud.es)
María Escori, médico de Familia en el entorno rural (FOTO: Cedida a ConSalud.es)
Manuel Gamarra
22 febrero 2025 | 11:00 h
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María Escori nació y creció en Alcañiz, localidad ubicada en la provincia de Teruel y que ha ganado relevancia en los últimos años gracias a su circuito de velocidad. Ella, sin embargo, siempre quiso ser médica, como su madre, y por eso marchó a estudiar a la universidad que le pillaba más cerca, la de Zaragoza. Después de seis años de carrera, y otros cuatro de MIR de la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria también en la capital aragonesa, decidió hacer las maletas y, en vez de quedarse a trabajar en el medio urbano, como suele ser habitual, regresó a Teruel para convertirse en la médico de Familia de Mazaleón, un pequeño pueblo a media hora en coche de su Alcañiz natal y que no llega a los 500 habitantes.

“Inicialmente me quedé a trabajar en el centro de salud donde había hecho el MIR, en el centro de Zaragoza, donde también había realizado las prácticas de la carrera con un tutor fantástico que me hizo darme cuenta de que lo que realmente quería era ser médico de Familia. Pero solo hacía sustituciones cortas, los contratos eran bastante precarios a pesar de tener una carga asistencial brutal, y no me estaba sintiendo realizada profesionalmente, porque tenía que ir muy rápido y cambiar de consulta cada pocos días, sin llegar a conocer bien a los pacientes”, relata la joven a ConSalud.es. “Era una situación en la que me encontraba frustrada e insegura. Pensaba que trabajando tantas horas, y a ese ritmo, me podía equivocar, cometer algún error que repercutiera en el paciente”, lamenta.

Así, después de un año en esta situación, y harta de no poder atender a sus pacientes como ella quería, volvió a casa para vivir una realidad radicalmente distinta, que no había podido experimentar ni durante la carrera ni durante la residencia, ya que no llegó a rotar en ningún momento por el medio rural. Ahora, echando la vista atrás, considera que es una de las grandes tareas pendientes de la formación actual. “Para una persona que vive en urbano, y que se ha formado en urbano, donde se concentra casi toda la formación, es difícil vencer esa resistencia. No es llamativo para alguien que no lo conoce, a mi misma me pasó”, reconoce.

"Pensaba que trabajando tantas horas, y a ese ritmo, me podía equivocar, cometer algún error que repercutiera en el paciente”

María, en su consultorio (FOTO: Cedida a ConSalud.es)

También hubo, no obstante, un hecho diferencial que le hizo dar el paso: se quedó embarazada, y comprendió que el ritmo que estaba siguiendo en el centro de salud de Zaragoza no era compatible con una maternidad como la que ella quería. Tanto, que prefirió irse a un entorno “más rural todavía” que el de Alcañiz, localidad de poco más de 16.000 habitantes. “Quería pueblos aun más pequeños, que me permitiesen hacer la Medicina que realmente yo quería, y también tener tiempo para dedicarle a mi familia”, señala la médica.

María quería, en definitiva, estabilidad, “estar siempre en el mismo pueblo, en la misma consulta, con un contrato duradero que me permitiese conocer a mis pacientes, y que fuesen menos”. “Las personas que viven aquí tienen una cercanía y una humildad que son geniales, pero eso se produce gracias a que yo soy mucho más accesible y a que tengo más tiempo para dedicarles en la consulta. El entorno rural acoge súper bien a lostrabajadores”, destaca.

El consultorio local de Mazaleón, a donde María se desplaza cada día en coche desde Alcañiz, depende, junto al de otros cuatro pueblos, de un municipio que se llama Calaceite, capital cultural de la comarca del Matarraña. Su contrato, indica, es para quedarse en su consultorio, pero a veces tiene que cubrir a un compañero de otro pueblo cuando este falta. Así, hay días en los que María pasa consulta en pueblos como el propio Calaceite o en Valdeltormo, “pero aún así no tiene nada que ver con lo que hacía en Zaragoza”: “El saldo siempre es positivo”.

LA DECISIÓN CORRECTA

María Escori pasa casi toda su jornada laboral sola en la consulta, “un ratito únicamente con mi compañera de enfermería por la mañana”. Esta es, según comenta, la única parte negativa que tiene su trabajo como médico de Familia en un pueblo, la soledad, tanto a nivel personal como asistencial a la hora de acceder a los recursos. “Es es el cambio más brusco que he notado, la soledad del consultorio y la gestión de los recursos por la distancia con los otros centros”, confirma la facultativa, en el medio rural turolense desde hace aproximadamente dos años. Por eso, añade, lo más complicado llega cuando se produce una urgencia, porque las ambulancias tardan más en llegar “y los recursos que tenemos a veces no son los que realmente hacen falta”.

 “Es es el cambio más brusco que he notado, la soledad del consultorio y la gestión de los recursos por la distancia con los otros centros”

Lo más agradecido que ha encontrado, en cambio, han sido los cuidados paliativos, una de las competencias básicas del médico de Familia. Es algo que ya cuando estaba en Zaragoza le gustaba mucho, pero para lo que tampoco disponía del tiempo suficiente como para ir a las casas y acompañar al paciente de la manera que ella quería. Ahora ya se puede programar a su manera y ofrecer una continuidad: “La realidad es que, si tienes una agenda de cuarenta pacientes, al 41, que es el paliativo, no le vas a poder dedicar el tiempo que necesita”.

“Cuando estaba en Zaragoza, mis opciones eran dejar directamente la Medicina de Familia y volver a presentarme al MIR para buscar otra especialidad con mejores condiciones en el medio urbano, o darle una oportunidad al rural. Creo que, aunque no hubiese nacido mi hija, es lo que habría elegido”, puntualiza María sobre una decisión que, echando la vista atrás, considera “acertadísima”. Ahora, además de su trabajo en la consulta de Mazaleón, y del tiempo que le dedica a su familia, también saca huecos para publicar en su blog, ‘Diario de una médica rural’, y para ejercer de divulgadora sobre su profesión en redes sociales. “Lo primero que me planteo ahora es aprobar una oposición y coger una plaza que me permita estar en un pueblo durante muchos años. Quizá cuando pase el tiempo, y mi etapa vital sea otra, con un núcleo familiar que ya no necesite tanto mi presencia, el cuerpo me pida volver a un trabajo de más acción, con más paciente nuevo, más patología, más amplitud. Estoy abierta”, sentencia.

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