Cada convocatoria MIR deja siempre historias muy curiosas. Gente que consigue por fin plaza después de muchos intentos en falso, otros que se han preparado en tiempo récord y, contra todo pronóstico, obtienen un buen número de orden… y, por supuesto, siempre está el mérito de los extranjeros. Graduados médicos que logran sortear la barrera cultural -incluso del idioma en algunos casos- que supone presentarse al examen siendo de otro país y pasan a formar parte del Sistema Nacional de Salud español como uno más. Ese es precisamente el caso de Joman Sabbah, quien ha obtenido una de las mejores notas en la prueba de 2024 pese a proceder del Medio Oriente.
Joman es una joven de nacionalidad israelí, aunque, matiza, tanto ella como su familia son árabes palestinos procedentes de Nazaret. Todo marchaba según lo previsto en su tierra natal hasta que, en el último momento, cuando tuvo que elegir estudios universitarios, decidió dejar a un lado Ingeniería Informática estando ya admitida y pasarse a la Medicina. Sin embargo, iba un poco tarde con respecto a los plazos y, además, en Israel, no basta solo con el examen de admisión a la universidad (lo que sería la EBAU española), sino que hay que pasar antes por una entrevista con los representantes académicos. Es lo que llaman el MOR.
"Por lo general, hay más barreras para que estudie Medicina la gente árabe"
“Tú apruebas todo, pero es en la entrevista, en la que te preguntan por tu experiencia o por cómo actuar en determinadas situaciones, donde ellos eligen si te quieren o no. Y, por lo general, hay más barreras para la gente árabe. Hay mucha gente que tiene notazas, pero que intenta afrontar esa entrevista año tras año y no entra”, se lamenta Joman, quien venía además de hacer un año sabático tras terminar el instituto, algo habitual en Israel: “No era plan de tardar más”. Así, se puso a buscar alternativas, y lo único que le quedaba era probar suerte en el extranjero.
Su primera opción era Italia, donde se puede estudiar en inglés y tenía a algunos amigos. De hecho, apunta, es habitual que los jóvenes israelíes vayan allí a hacer la carrera de Medicina. Pero de nuevo era muy tarde: “Como yo quería hacer Ingeniería Informática, no había dado Biología en mi vida. Tenía que estudiarla desde cero, al igual que historia de Italia. Aún así entré en el curso, pero seguía buscando otra alternativa”. Y fue entonces cuando le surgió la oportunidad de ir a España.
"Recuerdo que la asignatura de Biología me costó la vida, en la universidad empezaban con un nivel alto y yo todavía me estaba estudiando los libros del colegio de un compañero del colegio mayor"
“Mi padre encontró una beca en la Universidad Francisco de Vitoria, a través de una fundación católica de aquí. Al principio me parecía una cosa súper rara, yo no sabía nada de español, pero justo coincidió que el decano de Medicina estaba en Jerusalén con los alumnos de sexto y quería verme. Y me aceptaron”. Joman hizo rápidamente las maletas y pocos meses después, en enero, se instaló en España. Antes de comenzar la carrera, eso sí, se dedicó únicamente a estudiar español durante cinco meses, y aún así reconoce que los primeros años le costó mucho sacar la carrera adelante.
“El primer año fue el más difícil, sobre todo el primer cuatrimestre. Recuerdo que la asignatura de Biología me costó la vida, en la universidad empezaban con un nivel alto y yo todavía me estaba estudiando los libros del colegio de un compañero del colegio mayor. En clase no me enteraba de nada”, recuerda. Al final, subraya, su principal apoyo para seguir avanzando fue el compañerismo que encontró entre sus amigos: “Me ayudaron un montón, no me dejaron sola en ningún momento. Me explicaban cosas, me dejaban sus apuntes… cuando yo llegué a España no conocía a nadie”.
HACER EL MIR, OTRA DECISIÓN DE ÚLTIMA HORA
Tanto, que ahora está buscando piso para vivir en Madrid con una amiga de la universidad. Y es que, nada más graduarse, volvió a Israel: Su idea inicial era volver a casa, hacer el año obligatorio de Medicina General y aprobar el examen para convalidar la carrera de España. “Pero cuando se acercaba el momento, no me veía preparada para volver. Además, la situación de mi país es la que es”, asegura. Al final, decidió apuntarse al MIR, pero nuevamente lo hizo en tiempo límite: Solo una semana antes de comenzar el intensivo de su academia, MIR Asturias. Por si fuera poco, se preparó enteramente desde Israel, y vino a España solo una semana antes del examen.
"Tengo un blackout del día del examen, solo recuerdo que firmé donde ponía el número de la mesa"
“Estaba siempre en contacto con mis compañeros que estaban preparando el MIR, y todos los días hablábamos por vídeo llamada. Eso también me ayudó mucho, porque aquí la gente entendía nada de lo que estaba haciendo”, comenta. Y, a juzgar por los resultados, parece que la apuesta le salió bien: Jomán ha obtenido 193 como número de orden, una posición de privilegio y que espera que le permita entrar en Traumatología en algún hospital madrileño: “He preguntado al Clínico y al Gregorio Marañón, y quiero preguntar también a La Paz”.
“Yo salí del examen con una sensación muy rara, de mucha inseguridad. Pensaba que no me había salido nada bien, todo lo contestaba como en automático. De hecho, tengo como un blackout de esas horas, y solo recuerdo que firmé donde ponía el número de la mesa”, recuerda entre risas. Ahora reconoce que no sabe qué hará cuando acabe la especialidad, puesto que se siente muy integrada en España y en su familia respaldan el rumbo que está tomando: “Además, ahora siento que mis amigos son también mi familia”. “Al ser cristiana palestina, muchas veces noto menos diferencia en mi forma de ser con la gente de España que con la de mi propio país”, indica. “He tomado muchas decisiones en mi vida de manera repentina, pero siento que todas han sido las correctas. No me he arrepentido en ningún momento”, sentencia.