Brais siempre lo tuvo claro, a sabiendas de que más de 1.200 kilómetros lo separaban de su destino: él, a pesar de ser nacido y criado en Santiago de Compostela, donde también terminó la carrera de Medicina, quería especializarse en Medicina Familiar y Comunitaria en Melilla. Y así lo hizo: eligió como primera opción una de sus tres plazas, y ahora, cuatro años después de aquella decisión, ya puede decir con orgullo que es médico de familia en la ciudad autónoma. Tanto, que ha decidido quedarse allí a trabajar durante un tiempo indeterminado más…
“Es un sitio multicultural, que está fuera de lo habitual en cuanto a patologías, y en el que puedes llegar a ver algunas cosas un poquito más exóticas que en el resto de la península ibérica. Además, tenía pensado colaborar con ciertas asociaciones y ONG’s durante la residencia, y Melilla, por su ubicación geográfica, te permite mucho eso”, explica en una entrevista concedida a ConSalud.es el joven gallego, quien, de hecho, ya se marchó como voluntario a Oviedo para ayudar en la pandemia cuando todavía era estudiante. “Eso lo condicionó todo a la hora de decidirme por hacer la especialidad aquí”, añade.
Todo ello, apunta, con un aderezo muy importante, y que ya destacaron sus dos compañeros de Medicina de Familia en otro artículo anterior: ser los únicos médicos en formación dentro del hospital, lo que les permitió tocar el resto de especialidades sin apenas “competencia” por parte de otros residentes. “En un hospital comarcal haces prácticamente todo tú y te tienes que defender más, pero eso también te sirve para aprender mucho”, subraya Brais.
“En un hospital comarcal haces prácticamente todo tú y te tienes que defender más, pero eso también te sirve para aprender mucho”
Esto también tiene, no obstante, una parte negativa, y es precisamente la de no disponer de tantos compañeros como sí los pueden tener los residentes de cualquier otro hospital de España u especialidad. Por eso, el apoyo entre estos tres ya médicos de familia ha sido algo fundamental durante los cuatro años, y no solo dentro del puesto de trabajo. Por ejemplo, Brais vive en un piso compartido con Raúl, otro antiguo residente de Medicina de Familia natural de Córdoba: “Los tres tenemos una relación fenomenal, y creo que ese es uno de los grandes pilares”.
“Melilla tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, pero si yo lo pongo en una balanza me sale positivo. La adaptación me costó bastante, no lo voy a negar, y para una persona joven quizás se queda algo corta en cuanto a la oferta de ocio y de cultura. Además, yo vengo de Galicia, donde tenemos un perfil de personalidad muy particular, y estaba acostumbrado a hablar gallego en mi día a día. De eso ya poco aquí”, asegura entre risas. “Por otra parte, tienes un país entero como es Marruecos por ver, y Málaga a media hora en avión. No estás tan alejado como lo puedes estar en otra ciudad del interior de la meseta, es cuestión de organizarte y moverte”, señala Brais, quien también pone el foco en el “constante recambio de personal funcionario” que se produce en las dos ciudades autónomas y en la llegada de estudiantes procedentes de la Universidad de Granada, que tiene un campus en Melilla.
De igual manera, subraya Brais, Melilla está apostando por renovar su plantilla actual de médicos, “seguramente influidos por la construcción del hospital nuevo”. El otro día, recuerda, hizo una guardia en la que la media de edad apenas superaba los 30 años: “Estamos empezando a tener un equipo muy joven y bien formado, así que ahora mismo cruzo los dedos”. “Yo me vine aquí para, como mucho, ser residente, y sinceramente tenía mis dudas de que la fuese a terminar. Ahora ya no tengo tan claro que solo viniera para cuatro años”, insiste.
UNA IDEA NO TAN MALA
La decisión de irse a Melilla, si bien la tenía clara desde el momento que empezó a preparar el MIR, tampoco fue fácil. Atrás dejaba familia y amigos, a los que sabía que no le iba a ser sencillo visitar durante el periodo de residencia: para volver a casa, tenía que coger un vuelo de Melilla, hacer escala en Barajas y esperar a que saliese otro hacia Santiago. Eso si no se lo cancelaban debido a las inclemencias meteorológicas que suelen azotar esa zona… “Sí que es cierto que, si lo coges en determinadas horas de la mañana, puedes llegar a hacer el trayecto entero en cinco horas sin contar escalas, pero los retrasos son muy comunes”, indica Brais.
"La decisión tan mala no sería cuando hemos decidido quedarnos aquí"
Además, el inicio de su residencia le coincidió con la pandemia de la Covid-19, hasta el punto de que, como el resto de los de su generación, vio retrasado su comienzo hasta septiembre. Más allá de que la atención se hacía casi siempre de manera telefónica, el cierre de las fronteras con Marruecos también limitó el cupo de pacientes a los que atender, algo que afectó a todos los residentes. “Nos costó un poco a todos al principio. Al final, es cuestión de darle tiempo y acostumbrarse, y la decisión tan mala no sería cuando hemos decidido quedarnos aquí”, subraya el médico.
Efectivamente, Brais aceptó el contrato que le ofrecieron al terminar la residencia y desde hace ya varios meses ejerce como especialista en Medicina Familiar y Comunitaria en Melilla. Actualmente forma parte del servicio de Urgencias, aunque no descarta ejercer como médico de familia en el futuro. “Me encanta la especialidad, pero lo ponen bastante complicado debido a las muchas carencias que tenemos en los centros de salud, y eso no es solo en Melilla. Tampoco descarto intentar ayudar sobre el terreno en alguna misión de cooperación internacional u ONG si se diera el caso, aunque para llegar hasta ese punto uno se tiene que formar muchísimo y ser muy responsable. Esto es una carrera de fondo, y yo soy gallego, así que no te sé decir qué acabaré haciendo”, sentencia de nuevo entre risas el médico.