Los técnicos de radiología españoles quieren dejar de ser, de una vez por todas, los únicos de Europa que todavía no cuentan con titulación propia en la universidad. Se trata de una demanda que tiene ya muchos años, pero que recientemente ha dado un paso muy importante con la publicación del Libro Blanco para el Título de Grado en Imagen Médica y Radioterapia, un documento que sigue los criterios de la Agencia Nacional de Evaluación y Acreditación (ANECA) para ayudar a que tanto el Ministerio de Sanidad como el de Ciencia, Innovación y Universidades avancen hacia su pronta creación.
La pelota está ahora en el tejado de la ANECA, que deberá hacer su correspondiente evaluación y decidir si acepta dicho documento o si pide cambios. “Llevamos 14 meses trabajando en este Libro Blanco, redactado por un grupo de expertos que luchamos por la implantación del grado y revisado después por otro equipo externo independiente, y que justifica desde cualquier punto de vista técnico, científico y asistencial la necesaria creación del grado”, explica a ConSalud.es Jacinto Estarriaga, miembro de la Plataforma Estatal por el Grado en Imagen Médica y Radioterapia y uno de sus autores.
Junto a la Plataforma en sí, el Libro Blanco también aparece firmado por miembros de la Asociación Catalana de Técnicos en Imagen para el Diagnóstico (ACTEDI), la Sociedad Española de Graduados y Técnicos en Radiología (SEGRA), la European Federation of Radiographer Societies (EFRS) y la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR). También colabora en él la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, una de las que ha mostrado su interés por ofertar el grado, pero no es la única. “Todas las organizaciones profesionales, tanto del ámbito médico como de la protección radiológica, así como los propios técnicos, lo venimos reclamando”, insiste Estarriaga.
“El 80 o 90% de las enfermedades son tributarias de imagen médica, y debemos ser muy exigentes con la formación de las personas que ponen todo esto en práctica”
Ya no hay excusas. El Libro Blanco lo recoge todo, y muestra que la vía de la Formación Profesional (FP) de grado superior no es suficiente para adquirir todos los conocimientos necesarios actualmente para manejar estos equipos y conocer los numerosos procedimientos que existen hoy día, como la protonterapia, “cuya implantación está tan en boga últimamente”. “La radioterapia actual no tiene nada que ver con lo que se hacía hace diez, doce, quince años. Por eso el documento, en uno de sus apartados, hace un análisis de la situación laboral, y en él se ve cómo efectivamente hay una necesidad de dotar a nuestra profesión de esa formación”, señala el que también fuese, en su momento, presidente de la Asociación Española de Técnicos en Radiología (AETR).
Es, en definitiva, una ‘autoexigencia’ que se ponen los técnicos para cumplir con los estándares europeos e internacionales y evitar posibles problemas de salud pública relacionados con la exposición a la radiación tanto de pacientes como de profesionales: “El 80 o 90% de las enfermedades son tributarias de imagen médica, y debemos ser muy exigentes con la formación de las personas que ponen todo esto en práctica”.
EMIGRAR PARA ESTAR EN IGUALDAD DE CONDICIONES
El Libro Blanco para el Título de Grado en Imagen Médica y Radioterapia también muestra de qué manera está implantada la titulación en el resto de los países de la Unión Europea, y propone el modelo que debería seguir España, muy similar al de Irlanda yPortugal. Esto es, englobar a las tres áreas de la profesión -radiología, radioterapia y medicina- en un grado de 240 créditos, repartidos en cuatro años (también hay países, como Francia, Italia o Reino Unido, en los que la carrera está dividida en 180 créditos durante tres años). “En España, como en su día adoptó el criterio de cuatro años para el sistema educativo, no nos queda otro remedio”, recuerda el técnico en radiología.
“A cualquier técnico español que se quiera ir a trabajar a otro país le imponen unas compensaciones de formación desorbitadas"
La razón de fijarse en Portugal, señala Estarriaga, radica precisamente en su modelo educativo, muy similar al de nuestro país. “Damos un paso más allá de lo que se suele hacer en un Libro Blanco, proponiendo el Ministerio de Universidades un borrador de la Orden CIN, que es la normativa básica europea para la creación de un nuevo grado”, subraya el experto. Y es que cabe recordar que, desde la llegada del conocido popularmente como Plan Bolonia en el año 2008, cualquier titulación universitaria que se imparta dentro de la Unión Europea debe seguir unos parámetros similares.
Con ello, se busca la libre circulación de profesionales dentro del continente, un beneficio del que, lógicamente, no pueden disfrutar los técnicos españoles, cuya formación actual se compone de apenas 120 créditos: “A cualquier técnico español que se quiera ir a trabajar a otro país le imponen unas compensaciones deformacióndesorbitadas, por la gran diferencia que hay tanto en tiempo como en forma”.
Por eso, denuncia Estarriaga, a muchos de ellos no les queda otra solución que irse a Portugal a estudiar la carrera si quieren poder disfrutar después de esa armonización europea: “Resulta incomprensible que un país que pretende estar entre el grupo de los desarrollados tenga estas dificultades para implementar la formación. Es muy triste”. “El Libro Blanco está en la mesa de la ministra de Sanidad, del secretario de Estado y de la directora general de Ordenación Profesional, con quien estamos pendientes de mantener una reunión. Nosotros siempre hemos trabajado con voluntad de éxito, y en nuestra cabeza no cabe el fracasar. Estamos tan convencidos de que esto tiene que ser así, que vamos a seguir trabajando hasta conseguirlo”, sentencia el miembro de la Plataforma.