Ya ha arrancado, en la inmensa mayoría de las universidades españolas, el curso académico 2024/2025. Desde ahora, y durante los próximos seis años, más de 9.000 nuevos alumnos universitarios -fueron 9.063 los que se matricularon el curso pasado- estudiarán la carrera de Medicina, con el objetivo de graduarse en 2030 y, si todo va bien, comenzar su especialización -el famoso MIR- en 2031. El grado más demandado de todos, además, se encuentra en un proceso de renovación profunda tanto por las últimas medidas implementadas por el Gobierno como por la evolución rápida e irremediable que vive actualmente la Medicina, lo que obliga a sus decanos a tener que adaptarse para garantizar la calidad de la formación.
Y es que esa es, reconoce Antonio Compañ Rosique, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) y vicepresidente de la Conferencia Nacional de Decanos y Decanas de Facultades de Medicina Españolas, su principal preocupación: el no proporcionar una formación académica adecuada “que prepare a los estudiantes para los exigentes requisitos de la profesión médica y para los desafíos emergentes en el campo de la salud”. “Nos produce miedo no contar con los recursos financieros necesarios para mantener y mejorar la infraestructura educativa, contratar personal docente de alta calidad y proporcionar prácticas clínicas adecuadas”, señala el decano en una entrevista concedida a ConSalud.es.
“Hay que asegurar que los estudiantes tengan acceso a prácticas clínicas de calidad, a pesar de las posibles restricciones y desafíos en los hospitales y centros de salud y a la demanda creciente por el incremento de facultades de Medicina”, exige Compañ Rosique. Y denuncia: llevan ya mucho tiempo sufriendo una gran presión para reducir costes “que podría afectar a la calidad de la educación y al bienestar de los estudiantes y del personal docente”.
“Hay temor a no cumplir con los estándares de calidad exigidos por las agencias de acreditación y evaluación, lo que podría afectar la reputación y la acreditación de las facultades”
Precisamente, una de esas últimas medidas que han puesto en marcha los ministerios de Sanidad y Universidades ha sido el aumento, por tercera vez en tres años, de las plazas de nuevo ingreso -que se suman al continuo incremento de facultades que recordaba el decano-, buscando paliar el déficit de médicos que sacude actualmente al Sistema Nacional de Salud (SNS) y dar la oportunidad de estudiar la carrera a más personas que se quedan fuera porque no alcanzan la nota de corte. Sin embargo, los decanos de Medicina también llevan años alertando de la falta de personal docente, y algunas facultades, como la de La Laguna, están en una situación crítica.
“Hay temor a no cumplir con los estándares de calidad exigidos por las agencias de acreditación y evaluación, lo que podría afectar la reputación y la acreditación de las facultades”, insiste Campañ Rosique. En España, esta agencia es la ANECA, que, para “ayudar” a las universidades a que cumplan con los estándares de calidad y a hacer frente al citado aumento de plazas de Medicina, también ha anunciado recientemente medidas en pos de la acreditación de profesorado, como la creación de nuevas figuras docentes en las facultades.
Pero la ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación) es también la encargada de determinar si las facultades cumplen con los requisitos mínimos para poder seguir funcionando. Es, en definitiva, el pescado que se muerde la cola. Por eso, el decano de Medicina de la Universidad Miguel Hernández de Elche pide una mayor inversión en recursos educativos, para hacer más atractivas las plazas del profesorado a través de incentivos, oportunidades de desarrollo y mejores condiciones laborales en general: “Hay que asegurar la sostenibilidad financiera y la asignación eficiente de recursos para enfrentarse al aumento en el número de estudiantes y las demandas educativas crecientes”.
“Hay que asegurar la sostenibilidad financiera y la asignación eficiente de recursos para enfrentarse al aumento en el número de estudiantes y las demandas educativas crecientes”
“Tenemos inquietud por la falta de oportunidades para el desarrollo profesional continuo del personal académico. La administración debe desarrollar estrategias para la retención de talento estableciendo programas claros de desarrollo profesional y planes de carrera para recién graduados. Hay que estabilizar a los jóvenes ofreciéndoles empleos de calidad y mayores posibilidades de investigación y de entrar en la carrera universitaria”, apunta Antonio Compañ Rosique.
“Nos preocupa también no poder integrar adecuadamente las nuevas tecnologías en la educación y en las prácticas clínicas, lo que podría dejar a los estudiantes en desventaja. También hay inquietud sobre la seguridad de los datos de estudiantes y pacientes en el contexto de la digitalización y el uso de plataformas tecnológicas”, añade el vicepresidente de la Conferencia de Decanos, exigiendo así más inversión en tecnología, especialmente en simuladores avanzados que tanta importancia están ganando últimamente en la carrera.
AYUDAR A LA CONCILIACIÓN DE LOS ESTUDIANTES
Todas estas mejoras que reivindica Antonio Compañ Rosique no tienen otro objetivo que, mencionaba al comienzo del artículo, garantizar la calidad de la formación de los estudiantes de Medicina. Para lograrlo, recuerda, también han de abordar el estrés y la salud mental de los estudiantes, “proporcionando apoyo adecuado y estrategias para manejar la carga académica”. “Debemos promover un mayor equilibrio entre vida personal y académica tanto de estudiantes como de profesorado diseñando las estrategias oportunas”, explica el decano.
“Hay que ofrecer más ayudas financieras y subvenciones para los estudiantes, especialmente para aquellos en situaciones económicas desfavorecidas, para garantizar que el acceso a la educación médica sea equitativo”, incide el decano de la institución ilicitana. “Hay que aprovechar también las oportunidades de colaboración con el sector privado, fomentando la utilización de todos los recursos, y crear incentivos para que los estudiantes se especialicen en áreas críticas y desatendidas de la medicina. Deberíamos preguntarnos por qué no se cubren todas las plazas de Medicina Familiar y Comunitaria, y cómo los cambios en la demografía de los pacientes y la estructura del sistema de salud afectarán la formación médica y la demanda de ciertas especialidades”, sentencia.