La leche y sus derivados aportan los nutrientes esenciales para el organismo. Por ello, durante la infancia se debe consumir en torno a medio litro diario de leche, que puede ser líquida o fermentada (yogur, quesos...).
''Es recomendable elegir productos lácteos de bajo contenido en grasas (semidesnatados o desnatados), porque la grasa de la leche es de origen animal y, por tanto, contiene mucho colesterol'', señala el Ministerio de Sanidad.
En este sentido, el consumo moderado de lácteos, en concreto el yogur, gracias a su contenido en calcio, favorece el correcto desarrollo de los huesos. ''Otro de los beneficios del yogur es que previene el síndrome metabólico, por lo que permite estabilizar riesgos relacionados con los problemas cardiacos'', explican desde Smöoy, fabricante de yogur helado.
El consumo moderado de lácteos, en concreto el yogur, gracias a su contenido en calcio, favorece el correcto desarrollo de los huesos
Asimismo, la Fundación Española del Corazón destaca que, gracias a su valor probiótico y las bacterias que contiene, el yogur mejora los síntomas de intolerancia a la lactosa, ya que se digiere mejor en el intestino.
También, añade, se produce un ''aumento del número de bacterias beneficiosas en el intestino, que ayudan a eliminar sustancias tóxicas y carcinógenas; y un aumento de la producción natural de ciertos tipos de células del sistema inmunitario''.
Por otro lado, un estudio internacional publicado por ''The British Medical Journal (BMJ)'' recomienda la ingesta de 2 yogures a la semana para tener un 19% menos de probabilidades de desarrollar adenomas o tumores, gracias a las bacterias gastrointestinales que produce el yogur.
También favorece el control de peso, ya que para personas afectadas por obesidad o sobrepeso, el yogur ayuda a reducir volumen corporal y controlar las alteraciones metabólicas.