Desde hace algunos años, los ácidos grasos omega 3 ocupan un lugar preferente dentro de los alimentos funcionales. Se añaden a galletas, embutidos, leche, productos cárnicos, untables como la margarina, zumos… y se ingieren en forma de cápsulas gelatinosas con el objetivo de alcanzar una ingesta suficiente a diario y aprovechar al máximo sus bondades cardiosaludables.
Sin embargo, la publicación de varios trabajos al respecto de estos suplementos ha despertado las lógicas dudas no solo entre los consumidores, sino también entre los propios profesionales de la salud.
Según las conclusiones de las investigaciones realizadas hasta ahora, los ácidos grasos del grupo omega 3 tienen efectos beneficiosos sobre el endotelio vascular, los niveles de triglicéridos en sangre y propiedades antiarrítmicas y antiinflamatorias, lo que los convierte en grandes aliados de la salud cardiovascular.
Este tipo de ácidos grasos se encuentra, de forma natural, en el pescado azul, en el marisco, en aceites vegetales, en frutos secos y en verduras de hoja verde oscuro
Pero, ¿hay que consumir suplementos de omega 3? Según la evidencia científica acumulada, la respuesta a esta pregunta sería un no; aunque no se trata de un no rotundo.
Para estos y otros nutrientes, los especialistas se decantan siempre por ingerirlos a través de los alimentos y en el contexto de una dieta saludable y equilibrada, ya que los alimentos suelen contener las cantidades adecuadas de los nutrientes en cuestión, lo que favorece su efecto positivo y evita el riesgo de sobredosis.
Concretamente, en el caso del omega 3, para ingerir la misma cantidad de omega 3 que la que contiene una rodaja de salmón tendríamos que tomar nada menos que 81 comprimidos.
Por otro lado, la cantidad diaria recomendada de EPA y DHA para mantener una salud normal son entre 200 y 250 miligramos diarios. Con un consumo normal de pescado azul (sin contar otras fuentes de omega 3) se alcanzan fácilmente los 400 o 500, de manera que los suplementos no parecen ser muy necesarios.
Además, los expertos afirman que un alimento rico en omega 3 aporta, además, otros nutrientes muy beneficiosos para la salud, mientras que el comprimido aporta solo el ácido graso.
De esta forma, y no solo con respecto a los omega 3, los especialistas recomiendan mejorar la alimentación antes de plantearse tomar estos nutrientes en forma de pastillas y reservar los suplementos para casos en los que existan determinadas carencias, patologías, alergias o trastornos de salud que obstaculicen la ingesta de ciertos alimentos que haya que suplir, en este caso sí, con comprimidos.