Ya todos conocemos de sobra que el sol tiene efectos positivos sobre nuestro estado de ánimo. Nos ayuda a levantar el ánimo, ayuda a prevenir y controlar el acné, ayuda al organismo a generar vitamina D, regulan la producción de melatonina y gracias a ello ayuda a definir los ciclos de sueño. Promueve la cicatrización de las lesiones.
Sin embargo, también debemos de conocer los riesgos de no usar una protección solar durante los meses con mayores temperaturas del año, es decir, durante el verano. ¿Los conoces?
- Aparición de eritemas. Es decir, el enrojecimiento de la piel que precede a la quemadura.
- Quemaduras de primer y segundo grado.
- Cáncer de piel y otros trastornos cutáneos.
- Envejecimiento prematuro de la piel.
- Inhibición del sistema inmunitario.
Por todo ello se hace indispensable el uso del protector solar, que puede ser físico o químico. Los filtros solares físicos tienen óxido de zinc u óxido de titanio, que reflejan la luz, y están especialmente indicados para piel sensible. En el caso de los protectores solares químicos, la avobenzona u oxibenzona son capaces de absorber los rayos UV y romperlos a través de sus enlaces químicos.