La somniloquia es un trastorno del sueño, más frecuente en niños, que se caracteriza por hablar en sueños. Suele durar hasta los 10 años y es totalmente inofensivo.
Concretamente, la somniloquia forma parte de los trastornos del sueño denominados parasomnias asociadas al NO REM, es decir, aquellos que se producen durante la primera parte de la noche. Durante esta fase el niño está medio dormido, puede parecer confuso y, una vez acabado el episodio, sigue durmiendo tranquilamente y, a la mañana siguiente, no recuerda nada.
Este tipo de trastornos están causados por una activación fisiológica en la que el cerebro sale de su estado, pero se queda atrapado entre el sueño y la vigilia. Son muy comunes en la infancia. Precisamente, la somniloquia se presenta hasta en un 50% de niños de entre 3 y 10 años al menos una vez al año.
Se caracteriza por hablar dormido. Normalmente, los niños que lo padecen emiten palabras ininteligibles o frases cortas que, a veces, pueden ir acompañadas de gritos, llantos o risas. Aunque resulte un poco alarmante o desconcertante, no hay que preocuparse.
No hay una causa concreta que explique la aparición de este trastorno del sueño, aunque suele ir asociado a enfermedades, episodios de fiebre, cambios en la vida del niño o pesadillas
Puede aparecer durante el sueño de ondas cortas y en el paradójico. Si aparece en el primero es más complejo; mientras que durante el segundo el contenido es más pobre y suele estar relacionado con las actividades del día. No hay una causa concreta que explique la aparición de este trastorno del sueño, aunque suele ir asociado a enfermedades, episodios de fiebre, cambios en la vida del niño o pesadillas.
¿HACE FALTA ALGÚN TRATAMIENTO?
Normalmente no hace falta hacer nada ante estos episodios ya que es un tipo de parasomnia inofensiva, aunque si son tan frecuentes que afectan al sueño o descanso del niño, o está vinculado a otros trastornos más serios, sí sería necesario hablar con un especialista en sueño.
No obstante, como decíamos, lo único que hace falta es dejar pasar el tiempo y, si está durmiendo mal, reducir su estrés y llevar una vida ordenada siguiendo unos horarios para que el niño descanse lo mejor posible.