Paroxetina es un tratamiento para adultos con depresión (episodio depresivo mayor) y/o trastornos de ansiedad. Los trastornos de ansiedad que se tratan con paroxetina son: trastorno obsesivo compulsivo, trastorno de angustia, trastorno de ansiedad social, trastorno de estrés postraumático y trastorno de ansiedad generalizada.
Además, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos detalla que la paroxetina algunas veces también se usa para tratar dolores crónicos de cabeza, hormigueo en las manos y pies causado por la diabetes y ciertos problemas sexuales masculinos.
Paroxetina es un tratamiento para adultos con depresión (episodio depresivo mayor) y/o trastornos de ansiedad
Según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), paroxetina pertenece al grupo de medicamentos denominados ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina). Todas las personas tienen en el cerebro una sustancia denominada serotonina. Las personas que sufren depresión o ansiedad tienen niveles de serotonina más bajos que el resto de la población. No se conoce exactamente cómo actúan paroxetina y otros ISRS pero, lo cierto es, que pueden ayudar a aumentar los niveles de serotonina en el cerebro.
Bajo ningún concepto debes tomar paroxetina si eres es alérgico a paroxetina o a alguno de los demás componentes de este medicamento, si estás siendo tratado con un tipo de medicamentos denominados inhibidores del enzima monoaminoxidasa o si has estado bajo dicho tratamiento en las dos últimas semanas y si estás tomando medicamentos antipsicóticos denominados tioridazina o pimozida.
''Paroxetina no deberá utilizarse en el tratamiento de niños y adolescentes menores de 18 años, ya que existe un mayor riesgo de efectos adversos como intentos de suicidio, ideas de suicidio y hostilidad (predominantemente agresión, comportamiento de confrontación e irritación) cuando ingieren esta clase de medicamentos'', explica la Aemps.
La paroxetina puede provocar, entre otros, los siguientes efectos secundarios: dolor de cabeza, mareos, debilidad, dificultad de concentración, nerviosismo, somnolencia, náuseas, vómitos, diarrea, acidez, dolor de estómago, disminución del apetito, boca seca, estreñimiento y flatulencias.