El cólico del lactante es una situación de llanto constante en un bebé sano en la que se descarta cualquier posible relación con los motivos más habituales por los que llora un bebé: necesita cambio de pañal, tiene hambre, sed o sueño, se encuentra incómodo por ruidos, calor, frío… o simplemente quiere reclamar la atención de los padres.
El llanto provocado por el cólico del lactante es intenso, duradero e inconsolable. No desaparece solo con arrullar al pequeño ni se pasa dándole de comer o cambiándole el pañal. Asimismo, los especialistas hablan de una especie de regla que gira en torno al número tres: llanto intenso durante un mínimo de tres horas diarias, que se presenta al menos tres días a la semana y se prolonga en el tiempo durante más de tres semanas.
El llanto del cólico del lactante, además, se diferencia de otros tipos de llanto porque se inicia y finaliza de manera súbita.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
El pediatra suele diagnosticar este trastorno mediante la historia clínica, los síntomas explicados por los padres y la exclusión de otra causa del llanto mediante la exploración del bebé, pero sin necesidad de hacer ninguna prueba concreta. De la misma manera, en los casos en los que exista alguna duda sobre el posible diagnóstico, el pediatra podrá prescribir la realización de las pruebas complementarias que considere oportunas para descartar otras enfermedades que pudieran ser responsables de los episodios de llanto.
Los cólicos del lactante son frecuentes durante los primeros meses de vida de un bebé
No existe un tratamiento específico para el cólico del lactante, fundamentalmente porque su origen no está del todo claro. Sin embargo, es importante recordar que se trata de un trastorno benigno, que conforme el bebé crece los episodios de llanto disminuyen en duración y van espaciándose en el tiempo, y que finalmente suelen desaparecer antes de que el bebé cumpla los cuatro meses.
No obstante, sí hay algunos consejos para los padres que han de enfrentarse a esta situación. Fundamentalmente, se trata de tener paciencia y tratar al niño de manera que se sienta seguro y arropado durante el cólico. Es conveniente cogerle en brazos y ponerle en la postura que veamos que le alivia o le calma algo, la cual puede variar entre diferentes niños. Asimismo, se le puede aplicar un masaje en el abdomen con la ayuda del movimiento de las piernas o realizar un movimiento constante meciéndolo suavemente o dando un paseo en su cochecito o en el automóvil.
Otra recomendación es la de asegurarse de que el bebé no trague demasiado aire cuando coma, tanto si se alimenta con pecho como si lo hace con biberón, y ponerle durante un rato en posición vertical después de cada toma para asegurarnos de que expulsa el aire correctamente.
En cuanto al uso de otras infusiones o productos de parafarmacia que se venden para aliviar los cólicos del lactante, los especialistas advierten de que no hay evidencias de su eficacia y que actúan fundamentalmente como un placebo. No obstante, aunque estos preparados puedan ser seguros, conviene ser prudentes en su administración ya que algunas infusiones, como las de anís estrellado pueden ser tóxicas si se ingieren en grandes cantidades.
Los expertos recomiendan consultar con el pediatra del pequeño para descartar que haya otras alteraciones que puedan estar detrás de los episodios de llanto, sobre todo si van acompañados de diferentes signos de alarma no compatibles con el diagnóstico de cólicos del lactante: rechazo de alimentación, vómitos repetidos, deposiciones con sangre o de color negro, diarrea constante, decaimiento/sudoración/mal aspecto entre episodios de llanto, llanto en relación con las tomas, irritabilidad durante todo el día, entre otros.