¿Sabías que a nuestro sistema digestivo le llaman también “segundo cerebro”? Seguramente ya sabías que ante situaciones preocupantes o estresantes, como un examen, una entrevista de trabajo… tu intestino puede responder con diarreas o nudo en el estómago.
El cerebro y el intestino utilizan la serotonina conocida como la hormona del bienestar como neurotransmisor, por lo que un déficit de la misma puede provocar tanto problemas psicológicos como digestivos.
Pero quizás no seas consciente de que el estrés también puede provocar la formación de los tan molestos gases intestinales. Gases que en ocasiones pueden ser dolorosos si no se expulsan con normalidad o simplemente incómodos por el entorno social.
En 2004, se demostró que el estrés hace mucho más lento el vaciado del contenido del estómago al intestino, dificultando la digestión. Y, por otra parte, acelerando el tránsito a nivel del colon, provocando, por ejemplo, diarreas.
Se demostró que el estrés hace mucho más lento el vaciado del contenido del estómago al intestino, dificultando la digestión
El gas se produce cuando alimentos sin digerir siguen su camino hasta el intestino grueso. Ante situaciones estresantes, el cuerpo entiende que el sistema digestivo no es el esencial y prioriza otros órganos más relacionados con la supervivencia inmediata, ralentizando o deteniendo la producción de enzimas digestivas. Como el movimiento muscular del intestino se interrumpe, el alimento queda atascado y produce más gas.
Una vez entendida la relación, ¿cómo puedo aliviarlos? Siempre consulta tu caso con el especialista. Una vez descartadas causas físicas, lo ideal sería empezar por disminuir el estrés. Mientras abordas la causa, puedes ocuparte de sus consecuencias siguiendo los siguientes consejos:
- Come con calma. Cuando estamos estresados tendemos a tener más prisa por llevar a cabo nuestras tareas. Es importante realizar nuestras comidas en un ambiente relajado y agradable.
- Ayuda a desintegrar los gases. La simeticona destruye las burbujas de gas e impide su formación.
- Evita esfuerzos y actividades sedentarias tras las comidas. Una actividad normal, como un paseo o esperar dos horas antes de acostarse tras la cena, sería lo más adecuado.
- Evita consumir en exceso alimentos flatulentos: brócoli, repollo, legumbres cocinadas con grasa, cereales con mucha fibra o bebidas gaseosas, entre otros.
Y, lo más importante, practica aquellas actividades que más te relajen. No tiene por qué ser yoga o taichí, un libro que te guste o escuchar una música que te de buenas vibraciones podría ayudar a bajar tus niveles de estrés.