Los antihistamínicos son los medicamentos más empleados en el tratamiento de las enfermedades alérgicas. Se trata de un grupo de fármacos cuya característica común es la de inhibir los efectos de la histamina.
Sobre todo, según la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS), se emplean en el tratamiento sintomático de distintas enfermedades alérgicas, ya que muchos de sus síntomas (picor de ojos, goteo de nariz, picor de piel) están causados por la acción de la histamina.
Además, actualmente, también se han venido usando en numerosas enfermedades y procesos como rinitis y conjuntivitis alérgicas y no alérgicas; urticarias agudas y crónicas; control del picor y del rascado de diversas causas dermatológicas y no dermatológicas; tratamiento sintomático de infecciones respiratorias catarrales y de la tos inespecífica; mareo del movimiento (cinetosis), náuseas y vértigos, y para el tratamiento menor del insomnio y de la anorexia.
Los antihistamínicos clásicos más usados son:
- La hidroxicina, empleada como antihistamínico y como tranquilizante.
- La clorfeniramina y su análogo la dexclorfeniramina, disponible por vía oral, tópica e inyectable.
- La difenhidramina, empleada tanto como inductor del sueño como antihistamínico, y disponible en muchos países por vía oral e inyectable; y su derivado el dimenhidrinato, usado en el mareo de movimiento.
- La prometazina, empleada además para prevenir y tratar náuseas y mareos, y disponible también por vía oral e intravenosa.
- La azatadina y su derivado la ciproheptadina, el antihistamínico más utilizado en años pasados como estimulante del apetito.
- El ketotifeno, más empleado en la infancia, y disponible por vía oral y en colirio.