La neofobia alimentaria es el trastorno restrictivo de la alimentación que se caracteriza por el miedo irracional a probar nuevos alimentos.
Este cuadro habitualmente se presenta en la primera infancia y no se considera patológico durante esta etapa, aunque el problema aparece si este comportamiento se alarga mucho más de los 6-7 años porque puede provocar cuadros de desnutrición si el niño evita sobre todo verduras y frutas. Igualmente, también aparecen situaciones en adultos, pero son casos más infrecuentes.
Los niños tienden a rechazar algunos alimentos por su olor, textura, color, sabor o simplemente por haber presentado una situación negativa anterior durante la ingesta. Es típico que rehúsen la ingestión de alimentos que les hayan producido un trauma al bloquearles la garganta y hayan producido una sintomatología aguda. Esta es la razón por la que no debemos obligarles a comer a la fuerza, porque podemos agravar todavía más la situación y que el niño rechace una lista de alimentos cada vez más extensa.
La neofobia alimentaria no solamente la sufren niños y niñas, sino que se convierte en un quebradero de cabeza para sus padres. Aquí exponemos algunos consejos para lidiar con esta patología:
- No obligar nunca a comer al niño.
- No utilizar el soborno o el castigo para que el niño coma. Tampoco hay que obligar a comer a la fuerza porque puede agravar todavía más su aversión.
- No premiar al niño por comer bien.
- Preparar los alimentos de una forma atractiva para el niño, mezclando colores, texturas y presentándolos en platos divertidos.
- Ofrecer raciones pequeñas en un plato grande que permitan la opción de repetir si el niño lo desea.
- Evitar la distracción durante las comidas. Apagar la televisión, móviles y videojuegos mientras se está en la mesa. Que toda la familia coma junta.
- No mostrar ansiedad si el niño rechaza la comida. Si no quiere comer, se retira el plato y se levanta al niño de la mesa. No ofrecer ningún alimento hasta la siguiente comida.
- Respetar los gustos y preferencias del niño de una forma razonable sin evitar que controle el menú diario.
- No ofrecer alimentos entre horas.
- Si el niño ha adquirido la capacidad de alimentarse solo, permitir que lo haga y no infantilizarle dándole de comer a la fuerza.
- Hay niños más lentos a la hora de comer, por eso es necesario respetar su tiempo, pero estableciendo un límite: si en media hora no ha concluido con su plato, retirar y dar por finalizada la comida.
- Si el niño está enfermo es totalmente normal que presente falta de apetito. Respetar los cuadros de inapetencia en enfermedad aguda.
- Los niños actúan mayormente por imitación. Comportarse en la mesa de la misma manera que desea que lo haga su hijo.