Morfina: qué es y para qué se utiliza

La morfina puede administrarse por vía subcutánea, intramuscular, intravenosa (por inyección lenta o por perfusión intravenosa continua), intratecal y epidural.

Fármacos (Foto. Freepik)
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CS
15 abril 2022 | 10:00 h
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Los opioides son un grupo de analgésicos potentes que se usan cuando el dolor no responde a los analgésicos de primera línea, como el paracetamol o los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) como el ácido acetilsalicílico, ibuprofeno..., etc.

Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), se administran de varias formas: pastillas, bombas que infunden el medicamento directamente en el canal espinal y en parches transdérmicos. Cada paciente o cada situación hacen que el médico se incline por una opción u otra.

Estos, añade la OCU, pueden ser muy adictivos si se usan de forma prolongada. Necesitan receta médica y, en el caso de los opioides mayores (como la morfina), un especial control vía receta de estupefacientes.

La morfina puede administrarse por vía subcutánea, intramuscular, intravenosa (por inyección lenta o por perfusión intravenosa continua), intratecal y epidural

En este sentido, la morfina se utiliza para tratar el dolor intenso, el dolor postoperatorio inmediato, el dolor crónico maligno, el dolor asociado al infarto de miocardio, la disnea asociada a insuficiencia ventricular izquierda y edema pulmonar, y a la ansiedad ligada a procedimientos quirúrgicos.

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) detalla que puede administrarse por vía subcutánea, intramuscular, intravenosa (por inyección lenta o por perfusión intravenosa continua), intratecal y epidural. ''La dosificación y los intervalos entre dosis se deben individualizar en función de la potencia y duración del fármaco utilizado, de la severidad del dolor, de otras medicaciones administradas simultáneamente y de la respuesta del paciente'', especifica.

Entre las reacciones a la morfina, los efectos adversos más frecuentes son: náuseas, vómitos, estreñimiento, somnolencia, sudoración, euforia y desorientación.

De forma poco frecuente también pueden darse: cefaleas, convulsiones, ansiedad, diarrea, sequedad en la boca, taquicardia, bradicardia, apnea, impotencia, visión borrosa, picor, urticaria y edema, entre otros.

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