La gravedad del ojo seco varía de una persona a otra. Algunos lo notan de forma ocasional mientras que para otros es más molesto y persistente.
Y es que, el ojo seco es una afección común que se calcula que afecta a entre el 5% y el 35% de la población adulta en todo el mundo. Las actividades cotidianas pueden aumentar el riesgo de sequedad ocular y el incremento del número de personas que usan lentillas, así como el uso de pantallas de lectura y aires acondicionados, contribuyen al problema.
Entre los síntomas más frecuentes que produce el ojo seco está irritación, ardor, sensación de sequedad, sensación de cuerpo extraño, ojo lloroso que se produce como consecuencia de la hiperproducción refleja de lágrima cuando, por mala calidad, la existente no protege la superficie ocular.
El ojo seco de un nivel leve a moderado se alivia con lágrimas artificiales en forma de colirios a menudo aplicados varias veces al día
De igual modo, en algunos casos, puede dificultar la visión, refiriendo el paciente mejoría de la misma tras parpadeos repetidos. Este síntoma, así como las molestias tipo arenilla, son frecuentes tras lectura prolongada o uso de ordenador. La mayoría de los síntomas de ojo seco aumentan a lo largo del día, siendo más intensos por la tarde-noche.
En general, el ojo seco de un nivel leve a moderado se alivia con lágrimas artificiales en forma de colirios a menudo aplicados varias veces al día que hidratan y lubrican la superficie ocular y alivian los síntomas.
Existen diferentes tipos de lágrimas en función de su composición. Su principal componente son los humectantes y aunque pueden emplearse una gran variedad, destacan sobre todo las sustancias mucopolisacarídicas, concretamente el ácido hialurónico. No obstante, los colirios se van eliminando del ojo gradualmente mediante el parpadeo habitual, y cuanto más acuosas son las gotas, más rápido ocurre.