Que el consumo de fruta ha de ser diario es algo que sabemos todos. Pero las dudas aparecen cuando pensamos en cuánta comer y en cómo comerla.
En general, se recomiendan tres raciones de fruta al día y mejor tomarlas en diferentes ingestas. Y ante la duda de si pelarla o no, hay que tener en cuenta algunos aspectos. Cada fruta contiene una concentración propia de nutrientes, que varía de una a otra. Pero, además, también hay ciertas diferencias dentro de la misma variedad de fruta, pues influye la zona climática y el terreno en el que se ha cultivado, e incluso su almacenamiento.
Resulta que en muchas frutas el contenido en fibra, y según qué nutrientes es mayor en la piel que en la pulpa. Es por ello, que en los casos que es posible, se recomienda comer la fruta con piel. Tanto con piel como sin piel, hay que lavarla para eliminar los posibles restos de tierra, microorganismos y residuos de pesticidas, y de esta manera evitar el traspaso de estos elementos a la pulpa a través del cuchillo.
En muchas frutas el contenido en fibra, y según qué nutrientes es mayor en la piel que en la pulpa
Incluso, frotar bien aquellas frutas de piel gruesa para asegurar la correcta eliminación de restos. En el caso de frutas con piel muy rugosa, áspera o con muchas grietas, mejor tomarlas peladas, pues este tipo de superficies tienen más facilidad a acumular residuos.
Los productos fitosanitarios (pesticidas o plaguicidas) se adicionan a los cultivos para prevenir, controlar y eliminar las plagas que pueden dañarlos. Generalmente, los tiempos de aplicación de estos productos se han establecido para garantizar que su presencia en el alimento listo para el consumo sea muy reducida o inexistente, y segura para los consumidores. La Comisión Europea establece los límites máximos de residuos (LMRs) permitidos en los alimentos, por tanto, las frutas y hortalizas que se encuentran el mercado han tenido que pasar previamente los controles que aseguran la aplicación y el cumplimiento de las medidas establecidas.
Para los escépticos siempre está la opción de consumir frutas y hortalizas de cultivo biológico, fertilizadas orgánicamente y producidas respetando sus ritmos naturales de crecimiento. Aunque el aspecto externo de estos alimentos generalmente resulte tan atractivo, sí tienen muy buen aroma y sabor. Al prescindir del uso de pesticidas y adobos de síntesis química en los cultivos de productos frescos, se reduce aún más su presencia en el alimento. Eso sí, hay que asegurarse de que realmente sean de este tipo de cultivo.