La quimioterapia es una de las opciones terapéuticas que se emplean en el tratamiento del cáncer. ''Consiste en administrar un fármaco o combinación de fármacos, en función del tipo de tumor, de su localización y estadio o de la edad del paciente'', señalan desde el Hospital Universitario Quirónsalud Madrid.
Según la Fundación Josep Carreras, sus funciones principales son: desacelerar el crecimiento celular y, por tanto, controlar y disminuir los efectos secundarios causados por la enfermedad; evitar la propagación de células cancerígenas (capacidad de hacer metástasis); y matar las células malignas y lograr la curación.
Dependiendo del tipo de cáncer y dónde se encuentra, los fármacos quimioterapéuticos se pueden administrar las siguientes maneras: tópica, oral intratecal, subcutánea e intravenosa.
Dado que estos medicamentos no son selectivos para las células del cáncer, sus efectos se observan también en aquellas células sanas del cuerpo que presentan un alto índice de renovación
''La mayoría de los tratamientos se agrupan en unos pocos días y se administran de forma intermitente o en "ciclos". El tiempo entre la administración de los ciclos suele estar habitualmente entre las 3 y 4 semanas'', añaden desde el Hospital Universitario Quirónsalud Madrid.
''Dado que estos medicamentos no son selectivos para las células del cáncer, sus efectos se observan también en aquellas células sanas del cuerpo que presentan un alto índice de renovación. Esto explica en parte los efectos secundarios de la quimioterapia, que pueden variar de una persona a otra y se suelen resolver una vez ha concluido el tratamiento'', explica la Fundación Josep Carreras.
En este sentido, entre los efectos secundarios más frecuentes se incluyen: náuseas, vómitos, diarrea, pérdida de cabello, fiebre, fatiga, pérdida de apetito, estreñimiento y cambios en el estado de ánimo.
También, a largo plazo se pueden producir: problemas cardiacos, problemas renales, infertilidad, neuropatía periférica y daño al tejido del pulmón.