La miopía e hipermetropía tienen en común ser dos defectos de la refracción bastantes comunes, siendo mucho más frecuente el primero que el segundo. Sin embargo, pese a que ambos problemas de visión se caracterizan por estar causados por un error en la forma en que la luz se refracta al llegar a los ojos, cada uno de ellos tiene sus propias características y particularidades.
La principal y más notable diferencia entre ellas se encuentra en su síntomas. Las personas miopes ven muy bien los objetos cercanos, mientras que los lejanos los aprecian más o menos borrosos, en función de la cantidad de dioptrías que tengan. Por el contrario, las personas hipermétropes se caracterizan porque conservan una buena visión de lejos, pero tienen problemas para enfocar los objetos cercanos.
No obstante, en este punto hay que mencionar que, a partir de cierta edad, las personas hipermétropes empiezan a presentar también dificultades en su visión lejana, aunque en este caso la causa de este problema no está en un defecto de la refracción, sino que es consecuencia de la aparición de la presbicia o vista cansada.
La miopía es un problema mucho más frecuente que la hipermetropía, debido a que quienes sufren este último defecto pueden no manifestar esa falta de agudeza visual de cerca
Además, la miopía es un problema mucho más frecuente que la hipermetropía, en parte porque quienes sufren este último defecto pueden, en el caso de no tener una graduación demasiado alta, no manifestar esa falta de agudeza visual de cerca. El motivo es que logran compensar el problema mediante el sistema de acomodación involuntario del cristalino, la lente natural del ojo.
En el caso de la hipermetropía, el cristalino incrementa su potencia aumentando su espesor y curvatura debido a la contracción de los músculos que lo rodean.
De esta forma, en muchos casos, el paciente hipermétrope puede llevar a cabo una vida normal sin necesidad de tener que usar gafas o lentes para corregir el defecto de la hipermetropía, puesto que no ver bien de cerca se compensa gracias a esta acomodación del cristalino que se lleva a cabo de forma natural e involuntaria en muchos casos.
De este modo, en los casos en que no se produce déficit visual, los síntomas de la hipermetropía se reducen a dolores de cabeza, fatiga visual y estrabismo, en algunos casos.