El cáncer de próstata es el tumor más frecuente en varones y constituye la segunda causa de mortalidad por cáncer en estos (por detrás del cáncer de pulmón y colorrectal).
Según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), es una enfermedad que se desarrolla principalmente en varones de edad avanzada. De hecho, un 90% de los casos se diagnostican en mayores de 65 años y la edad media de diagnóstico es a los 75 años.
Existen tres estrategias consideradas estándar para el manejo del cáncer de próstata localizado: cirugía, radioterapia con/sin hormonoterapia y observación vigilada o vigilancia activa
El cáncer de próstata puede no provocar signos ni síntomas en sus primeros estadios, pero cuando la enfermedad ya está más avanzada se pueden experimentar: problemas para orinar, disminución en la fuerza del flujo de la orina, sangre en la orina, sangre en el semen, dolor de huesos, pérdida de peso y disfunción eréctil.
Los métodos diagnósticos para el cáncer de próstata pueden incluir: tacto real, determinación de los niveles en sangre de PSA, biopsia prostática guiada por ecografía transrectal y RNM pélvica multiparamétrica.
Para la SEOM, existen tres estrategias consideradas estándar para el manejo del cáncer de próstata localizado: cirugía, radioterapia con/sin hormonoterapia y observación vigilada o vigilancia activa.
La elección del tratamiento depende de varios factores: la probabilidad de que el tumor esté limitado a la glándula prostática y por lo tanto sea potencialmente curable; el tamaño tumoral y el grado histológico (grado de agresividad del tumor); edad del paciente y estado general, así como enfermedades asociadas; y potenciales efectos secundarios de las diferentes formas de tratamiento.