Correr en ayunas siempre ha sido un tema controvertido. ''La base teórica de esta práctica se basa en el hecho de que si realiza ejercicio sin disponer de reservas energéticas (glucógeno) el organismo recurrirá a la grasa proporcionar obtener la energía necesaria'', explican desde Sanitas.
''El planteamiento inicial, sin embargo, tiene trampa, pues lo que determina de dónde se obtiene esa energía es el nivel de VO2 o, lo que es lo mismo, la intensidad y el tipo de ejercicio, así como el tiempo durante el que se realiza. Ello supone, a priori, que a niveles de intensidad baja se quema más grasa y si esta es elevada el glucógeno (azúcar del organismo) proporciona la energía de forma más rápida'', comentan en Sanitas.
Lo de correr en ayunas no sería una práctica adecuada si se realiza de forma prolongada, es decir, en entrenamiento a largo plazo
Además, según aumenta la duración del ejercicio se tiende a quemar más grasa. La teoría implica, por tanto, que lo de correr en ayunas sería aplicable a ejercicios de intensidad moderada, pues de lo contrario el organismo recurriría al músculo para obtener energía.
Pero, a pesar de ello, desde un punto de vista estrictamente nutricional, lo de correr en ayunas no sería una práctica adecuada si se realiza de forma prolongada, es decir, en entrenamiento a largo plazo.
Y es que, cuando te lanzas a hacer ejercicio sin haber ingerido alimentos previamente, puedes sentir fatiga, mareos o incluso puedes desvanecerte. Si encima corres en solitario, el peligro de sufrir una caída y no estar socorrido es mayor.