El insomnio es un trastorno del sueño muy frecuente entre la población. La Sociedad Española del Sueño destaca tres tipos de insomnio: transitorio, cuya duración es inferior a una semana; de corta duración o agudo, cuya duración oscila entre una y cuatro semanas; y crónico, que dura cuatro semanas o más.
En este sentido, la falta continuada del sueño puede desembocar en trastornos físicos y psicológicos, ya que mientras dormimos se produce la regeneración cerebral, tan necesaria para poder seguir ''funcionando bien''.
Por ejemplo, según destacan desde Mayo Clinic, ''la falta de sueño puede afectar al sistema inmunitario. Se ha demostrado en estudios que las personas que no tienen horas de sueño de calidad o suficientes horas de sueño tienen más probabilidades de enfermarse tras estar expuestas a un virus''.
La falta de sueño también puede provocar irritabilidad, alteraciones en el estado de ánimo, falta de concentración, ansiedad y depresión
''Durante el sueño, el sistema inmunitario libera proteínas llamadas citocinas, algunas de las cuales ayudan a promover el sueño. Algunas citocinas deben aumentar cuando tienes una infección o inflamación o cuando estás estresado. La falta de sueño puede reducir la producción de estas citocinas protectoras. Además, los anticuerpos y las células que combaten infecciones disminuyen durante los períodos en los que no duermes lo suficiente'', añaden en Mayo Clinic.
Asimismo, el Instituto del Sueño detalla que ''la falta de sueño favorece la aparición de obesidad, diabetes y una menor talla, ya que la hormona del crecimiento se segrega en mayor cantidad en la primera hora después de haberse iniciado el sueño nocturno''.
Por otro lado, la falta de sueño también puede provocar irritabilidad, alteraciones en el estado de ánimo, falta de concentración, ansiedad y depresión. Igualmente, incrementa el riesgo de padecer un accidente cerebrovascular, enfermedades cardiovasculares y enfermedades del riñón.