Un sofoco es la sensación repentina de calor en la parte superior del cuerpo, que suele ser más intensa en la cara, el cuello y el pecho. Es posible que la piel se enrojezca, como si te ruborizaras. Un sofoco también puede causar sudoración. Si pierdes demasiado calor corporal, después puedes tener escalofríos. Los sudores nocturnos son sofocos que ocurren durante la noche, y pueden interrumpir el sueño.
Aunque pueden originarse como resultado de otras afecciones médicas, en la mayoría de los casos los sofocos se deben a la menopausia, el momento en que los períodos menstruales se vuelven irregulares y, finalmente, se detienen. De hecho, los sofocos son el síntoma más frecuente de la transición hacia la menopausia.
Durante un sofoco, es posible que sientas una sensación repentina de calor que se extiende por el pecho, el cuello y el rostro, aspecto ruborizado con piel enrojecida y con manchas, ritmo cardíaco acelerado, sudoración, principalmente en la parte superior del cuerpo, escalofrío a medida que el sofoco disminuye y sensación de ansiedad.
La frecuencia de los sofocos varía según cada mujer, pero la mayoría de las mujeres que informan tener sofocos los experimentan a diario
La frecuencia de los sofocos varía según cada mujer, pero la mayoría de las mujeres que informan tener sofocos los experimentan a diario. En promedio, los síntomas de los sofocos persisten durante más de siete años. Algunas mujeres los tienen durante más de 10 años.
La forma más eficaz de aliviar las molestias de los sofocos es tomar estrógeno, pero esto conlleva riesgos. Si el estrógeno es adecuado para tu caso y comienzas a tomarlo en el plazo de los 10 años del último período menstrual que tuviste o antes de cumplir 60 años, los beneficios pueden ser mayores que los riesgos.
Los medicamentos como los antidepresivos y los anticonvulsivos también pueden ayudar a reducir los sofocos, aunque son menos eficaces que las hormonas.