Dormir poco puede afectar a nuestra salud, podemos experimentar pérdida de memoria, problemas de concentración, más fatiga mental… Pero además, dormir bien también es fundamental para adelgazar.
Al parecer, la falta de sueño aumenta la secreción de una hormona llamada grelina, esta hormona envía una señal de hambre al cerebro. Al mismo tiempo desciende el nivel de leptina, otra hormona implicada que ayuda a suprimir el apetito; así que cuando la leptina baja, aumentan las ganas de comer.
Se buscará algo para saciar ese apetito y muchas veces lo que tenemos más a mano son hidratos de carbono o refinados, es decir, aumentaremos la ingesta precisamente de alimentos ricos en grasa y azúcares. Lo que favorece la ganancia de peso.
La falta de sueño conlleva un aumento de todas las hormonas que incitan al apetito
Como promedio, dormimos seis horas por noche. Aunque puede ser suficiente tiempo para algunas personas, no lo es para la mayoría de nosotros. Existen profundos estudios científicos que así lo demuestran. Uno muy interesante presentado en un congreso científico de la asociación Norteamericana para el Estudio de la Obesidad (NAASO) señala que necesitamos más de seis horas para mantenernos sanos y en forma. Durante casi diez años los investigadores recogieron datos de 18.000 participantes, datos relacionados con hábitos de nutrición y salud en general.
Las conclusiones fueron que el riesgo de sufrir obesidad aumenta un 73% si se duerme menos de cuatro horas por noche; un 50% si se duermen cinco horas de media, y aumenta un 23% si se duermen seis horas por noche; en comparación con las personas que duermen de siete a nueve horas.
Los científicos creen que la relación entre la escasez de sueño y el exceso de peso está en un desorden en la química del cuerpo: la falta de sueño conlleva un aumento de todas las hormonas que incitan al apetito.
Por lo tanto, para adelgazar es importante dormir las horas suficientes puesto que no solo influye la dieta o el ejercicio. Lo ideal sería tener un periodo de relajación antes de acostarnos y hacerlo a horas prudentes.