El estrés y la tensión nerviosa son grandes males de nuestro tiempo. Tanto es así que el estrés figura como causa primordial o agravante de varias patologías serias: hipertensión, infarto de miocardio, diabetes e ictus.
En definitiva, aunque se trata de un factor de riesgo conocido, su papel en el desarrollo o la progresión de ciertos trastornos del sistema visual no ha estado bien definido generalmente. No obstante, las investigaciones llevadas a cabo hasta el momento concluyen que el estrés puede considerarse tanto causa como consecuencia de muchos problemas visuales.
Por un lado, el estrés continuo y los niveles elevados de cortisol tienen un impacto negativo en el ojo y el cerebro debido al desequilibrio del sistema nervioso autónomo (simpático) y la desregulación vascular. De esta forma, el estrés puede considerarse una de las principales causas de enfermedades del sistema visual, como el glaucoma y la neuropatía óptica.
Ciertas situaciones de tensión nerviosa prolongada o de ansiedad recurrente alteran parámetros relacionados con la función visual como la tensión arterial
La pérdida de visión después de un daño en la retina, el nervio óptico o alguna zona cerebral implicada en la visión a menudo tiene graves consecuencias en la vida cotidiana del paciente, que pasa de ver bien a tener problemas para reconocer las caras, dificultad o imposibilidad para leer, identificar etiquetas, manejar dinero.
Asimismo, el hecho de que estas pérdidas de visión a menudo sean progresivas e irreversibles, hace que los afectados entren en un círculo vicioso marcado por el estrés, la ansiedad y los estados depresivos, un cuadro que se agrava por el aislamiento social, el deterioro de las relaciones personales o de la calidad de vida.
En cualquier caso, según los especialistas, el estrés emocional en sí no afecta la función visual, pero existen factores emocionales que sí repercuten en la función ocular como la secreción de lágrimas o el temblor de los párpados, por ejemplo.
Asimismo, ciertas situaciones de tensión nerviosa prolongada o de ansiedad recurrente alteran parámetros relacionados con la función visual, se trata de la tensión arterial, las patologías vasculares y el parpadeo, que pueden ocasionar visión borrosa, baja visión o pérdida transitoria de la vista.