El suelo pélvico no sólo ayuda a facilitar el parto vaginal, a que las relaciones sexuales sean placenteras y los orgasmos más intensos, sino que también sostiene todos los órganos internos del abdomen. Al igual que con cualquier otra parte del cuerpo, el estrés asociado al trabajo puede tener un impacto significativo en la salud de tu suelo pélvico.
Cuando estás tensa o te sientes nerviosa, ¿te encuentras alguna vez apretando los músculos del glúteo? Aunque se trata de una respuesta normal, cuando se produce por estrés crónico, puede provocar todo tipo de trastornos del suelo pélvico, desde dolor durante las relaciones sexuales, prolapso de órganos pélvicos o dolor lumbar hasta disfunción de la vejiga y estreñimiento.
Por otro lado, existen ciertos factores de estrés físico, como el parto o las lesiones, que pueden debilitar el suelo pélvico y causar tejido cicatricial como parte del proceso de curación. Esta acumulación excesiva de tejido puede provocar dificultades para quedarse embarazada, disminución del bienestar sexual y menos sensación de comodidad.
Como en cualquier otra parte del cuerpo, el estrés puede provocar lesiones en el suelo pélvico y problemas para concebir
En líneas generales, algunos de los consejos para aliviar el estrés son: salir al aire libre, realizar ejercicios suaves como el yoga y el baile, escribir, pasar tiempo con amigos, masturbarse o ir a terapia.
Por otro lado, fortalecer los músculos del suelo pélvico puede facilitar la liberación y relajación consciente cuando te encuentres apretando demasiado mientras estás estresada. Los ejercicios de Kegel ayudan a controlar conscientemente la musculatura pélvica.
Pero, ¿cuáles son las mejores formas de relajar los músculos del suelo pélvico? A continuación, te presentamos algunas posturas que pueden facilitar la relajación del suelo pélvico:
- Postura del niño: Comienza a cuatro patas y ve situando lentamente las caderas sobre los pies. Puedes poner una almohada o algo similar entre los talones y la pelvis. Después, extiende los brazos o mantenlos doblados bajo la cabeza. Mantén esta postura de treinta a sesenta segundos, y respira suavemente.
- Bebé feliz: Túmbate de espaldas y sube suavemente las rodillas hacia el pecho, pero mantenlas apuntando hacia los lados. Coloca las manos detrás de los muslos o las rodillas. Aguanta y respira profundamente durante unos treinta o sesenta segundos. Si esto ejerce demasiada presión sobre las rodillas o las caderas, puedes apoyar los tobillos y los pies en una silla y dejar que las rodillas caigan suavemente hacia los lados mientras estás tumbada sobre la espalda.
- Sentadilla profunda con apoyo: Apóyate en una pared y deslízate lentamente hacia abajo hasta quedar en posición de cuclillas. La parte baja de la espalda debe permanecer contra la pared. Si te duele la cadera o la rodilla o tienes dificultades para ponerte de cuclillas, puedes utilizar una almohada o un taburete debajo de las caderas. Mantén la sentadilla de treinta a sesenta segundos y respira profundamente.