Baby-led-weaning (BLW), se puede definir como un proceso alimentario en el que se busca favorecer la autonomía de los niños, enseñándoles a comer todo tipo de alimentos por su propia cuenta. Es una tendencia cada vez más común y a la que se apuntan más padres y madres, pero ¿en qué consiste realmente?
Se trata de un proceso alimentario en el que se complementa la alimentación habitual del niño, es decir, la leche materna o a demanda, con otros alimentos más sólidos. Aún así, cabe recalcar, que los expertos y nutricionistas pediátricos no recomiendan comenzar a usarlo antes de los seis meses.
Además, es un estilo de alimentación que ofrece múltiples beneficios para el crecimiento y desarrollo del niño.
Es natural. Gracias a este procedimiento, los niños aprenden a usar las manos para coger el alimento e introducírselo en la boca. Es una sencilla manera de dejar que el niño experimente con la comida, las texturas y los sabores.
Les ayuda a ser autónomos. Aprenden a hacer las cosas por sí mismos y a disfrutar de la comida, ya que no sienten el control de la figura materna o paterna introduciendo la comida, si no que lo hacen por si solos. Son ellos, quienes escogen que comer, cuanto quieren y cómo hacerlo. Además ganan confianza ya que crean confianza en sus habilidades.
Aprenden sobre la comida y desarrollan destrezas. El simple hecho de usar sus propias manos para comer hace que puedan aprender sobre el color, el aspecto o el sabor de los alimentos. Además, también les permite desarrollarse en cada una de las comidas. Agarrar los alimentos, masticar para favorecer los músculos fáciles o poder ver los alimentos tal y como son, les ayuda a su desarrollo humano.
Socialización con la familia. Lo ideal es que el bebé este sentado en una trona a la altura de la mesa familiar. De esta manera, podrá compartir los mismos horarios que su familia. Entre las prácticas más habituales esta la imitación de los movimientos o el uso de utensilios.
Los mejores alimentos para comenzar con este proceso son aquellos que se caracterizan por ser blandos y sabrosos. Entre ellos destacan: verduras como la patata, la zanahoria, el calabacín o la calabaza (siempre cocidos y en trozos pequeños). El brócoli, las judías verdes o los guisantes. Pan, siempre que sea más grande que su puño. Y frutas y verduras como el melón o la sandia en tiras, el aguacate o el plátano.
CONSEJOS A LA HORA DE COMENZAR
Seguro que si eres padre primerizo y estás leyendo esto te deben de estar surgiendo dudas o miedos por cómo hacerlo. Los especialistas recomiendan seguir los siguientes consejos.
- Nunca forzar al bebé a comer. Debe comer lo que él quiera y al ritmo que el crea necesario.
- Ofrecer trozos de más pequeños a más grandes, según vayan pasando los meses y nunca dejarle solo mientras come.
- Si hay alimentos que al bebé no le gustan, insistir, porque a base de repetición es probable que los acaben tomando.
- No distraer al bebé mientras come. No se pinta, ni se juega. Cuando se come, se come. No hay que tener miedo a hacer un modelo mixto (es decir, en casa sólidos y fuera de casa con cuchara).
- Lo importante es que siempre esté en contacto con alimentos sólidos.
- Otra pauta importante es que se le haga partícipe de la comida familiar para fomentar su aprendizaje.