La soja es un alimento cada vez más común en la dieta occidental. ''Desde aquellos primeros platos orientales acompañados de salsa de soja, los menús de muchos hogares españoles han incorporado una gran variedad de sustitutos lácteos y cárnicos elaborados a base de soja'', señala la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
Algunas personas consumen soja para evitar consumir productos animales, sin embargo, muchas otras lo hacen por todos sus beneficios para la salud. Por ejemplo, incluir soja en la dieta puede ayudar a reducir los niveles de colesterol y, por tanto, reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Asimismo, la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos destaca que ''las isoflavonas que se encuentran en la soja pueden desempeñar una función en la prevención de algunos cánceres relacionados con hormonas'', es decir, puede reducir el riesgo de cáncer de mama y ovario.
Incluir soja en la dieta puede ayudar a reducir los niveles de colesterol y, por tanto, reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares
No obstante, la OCU recomienda tener cuidado con su consumo porque, en exceso, puede ser perjudicial. ''Lo que limita su consumo es la presencia de isoflavonas. Si se superan determinadas cantidades diarias o semanales (cantidades que son más bajas para los niños que para los adultos), pueden aparecer problemas de salud'', añade.
''La soja no tiene hormonas, aunque las isoflavonas se comportan como fitoestrógenos. Las isoflavonas son unos compuestos vegetales naturales de la soja, pero por su composición y estructura imitan a los estrógenos, que son hormonas femeninas y pueden comportarse como ellas en nuestro organismo. Las isoflavonas tomadas en mucha cantidad pueden interferir en el metabolismo y actuar como disruptores endocrinos: pueden influir en la duración de los ciclos menstruales y en la fertilidad en los hombres'', explica la OCU.