El coco es prácticamente aprovechable al 100% para diversos usos, culinarios y no culinarios, ya que se utiliza tanto en recetas de cocina como en cremas, geles o lociones en cosmética; tanto por su composición en nutrientes y ácidos grasos como por su textura, color, sabor y olor característico.
Según la Fundación Española de Nutrición (FEN), la composición del coco varía a medida que éste madura. La grasa constituye el principal componente -tras el agua- y es rica en ácidos grasos saturados (86% del total de la grasa). Se debe realizar un cosumo moderado y ocasional de alimentos ricos en grasas saturadas.
Sin embargo, el coco es una fruta, que en la mayoría de los países, se consume con poca frecuencia, y en cantidades muy pequeñas, por lo que su consumo en fresco no plantea ningún inconveniente para la salud; es más, enriquece nuestra alimentación en sustancias nutritivas, sabores y aromas.
La composición del coco varía a medida que éste madura, la grasa constituye el principal componente y es rica en ácidos grasos saturados
Su valor calórico es el más alto de todas las frutas. Aporta una baja cantidad de hidratos de carbono y menor aún de proteínas. No así ocurre con la fibra, ya que el coco posee alto contenido de este nutriente.
Así mismo, el coco es fuente de selenio, hierro y potasio. El selenio contribuye al mantenimiento del cabello y las uñas en condiciones normales; el hierro contribuye a la formación normal de glóbulos rojos y de hemoglobina; el potasio contribuye al mantenimiento de la tensión arterial normal.
El agua de coco cuanto menos maduro esté el fruto, más abundante y rico en nutrientes será.