La manzana ha sido un fruto simbólico a lo largo de la historia. Incluso sin conocer su composición química y sus propiedades nutricionales, la sabiduría popular siempre le ha atribuido virtudes saludables.
En este sentido, según la Fundación Española del Corazón, el agua es su mayor componente representando el 85 por ciento del peso.
También, tal y como destaca la Fundación Española de la Nutrición (FEN), la manzana aporta hidratos de carbono fundamentalmente en forma de azúcares como fructosa, glucosa y sacarosa; y contiene cantidades apreciables de fibra, tanto soluble como insoluble, siendo esta última la más abundante.
La manzana aporta hidratos de carbono fundamentalmente en forma de azúcares como fructosa, glucosa y sacarosa
''Las manzanas aportan cantidades importantes de flavonoides diversos como los flavonoles, catequinas y prociaciadinas. Entre los primeros, el más abundante en esta fruta es la quercetina, aunque también presenta cantidades menores de kaempferol e isorhametina. Por último, las manzanas aportan cantidades importantes de procianidinas, compuestos con una potente actividad antioxidante'', añade la FEN.
Por otro lado, contienen también dihidroxichalconas (como la floretina que está presente en su forma glucosídica denominada floridzina), un tipo de flavonoides que se encuentran exclusivamente en las manzanas y sus derivados. Se localizan fundamentalmente en la piel de estas frutas aunque también en la pulpa (la concentración de estas sustancias depende de la variedad de manzana de que se trate). En su composición presentan ácidos orgánicos como el cafeico, p-cumárico, clorogénico, ferúlico, cítrico, málico y ursólico.
Todas estas propiedades hacen que las manzanas sean perfectas para: reducir el colesterol malo, ofrecer protección celular, disminuir el riesgo de diabetes y controlar el peso corporal.