La apnea del sueño es un trastorno que consiste en una parada total o parcial del aire mientras dormimos. Se calcula que afecta al 4-6% de las personas adultas y aparece con más frecuencia según avanza la edad.
''Los síntomas de la apnea se detectan durante la noche: despertarse con sensación de ahogo, visitas frecuentes al baño, dificultad para conciliar el sueño o mantenerlo durante la noche, múltiples despertares'', señala la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ).
Según el Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre de los Estados Unidos, entre las causas de la apnea del sueño destacan: obesidad, trastornos endocrinos, trastornos neuromusculares, insuficiencia cardiaca o renal, ciertos síndromes genéticos y nacimiento prematuro.
Los principales factores de riesgo son el sexo masculino, aunque tras la menopausia aumenta el riesgo en las mujeres
''Los principales factores de riesgo son el sexo masculino, aunque tras la menopausia aumenta el riesgo en las mujeres. También influyen el tabaco y el alcohol, pues aumenta la intensidad del ronquido, provoca apneas en roncadores simples y aumenta su número y duración. La toma de ciertos fármacos como los hipnóticos o depresores del sistema nervioso central también pueden causar depresión del centro respiratorio y favorecer la aparición de ronquidos y apneas'', comenta la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (Seorl-CCC).
''Para poder diagnosticar la enfermedad lo más importante es reconocer las manifestaciones más frecuentes: si ronca intensamente y alguien le ha visto dejar de respirar mientras duerme, debe realizarse un estudio de sueño. El estudio permitirá contar las paradas respiratorias y su repercusión en otros órganos. Existen diferentes tipos de estudios; se pueden realizar en el hospital y en su domicilio. El médico elegirá la prueba que mejor se adapte a cada paciente'', destaca la Separ.
''El tratamiento habitual es la CPAP: una máquina que a través de una mascarilla por la nariz o por la nariz y la boca, administra una presión positiva de aire sobre la vía aérea y evita que se ''cierre'' la garganta. No es oxígeno. Su aplicación ha demostrado ser eficaz para suprimir las paradas respiratorias, la disminución del oxígeno y los ronquidos, mejorar calidad del sueño, la somnolencia diurna, además de reducir riesgo de accidentes de tráfico y laborales, complicaciones cardiovasculares y la mortalidad relacionada con la apnea. Existen otros tratamientos como las prótesis de avance mandibular'', añade la Separ.