Amoxicilina es un antibiótico que pertenece al grupo de fármacos denominados como penicilinas. Los antibióticos se utilizan para tratar infecciones bacterianas y no sirve para tratar enfermedades como el catarro o la gripe.
Tal y como señala la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AMEPS), se trata de un fármaco que se utiliza para el tratamiento de las siguientes infecciones en adultos y niños: sinusitis bacteriana aguda. Otitis media aguda. Amigdalitis y faringitis estreptocócica aguda. Neumonía. Cistitis aguda. Enfermedad de Lyme. Infección protésica articular. Fiebre tifoidea y paratifoidea. Pielonefritis aguda.
Al igual que sucede con todos los medicamentos, amoxicilina también provoca efectos secundarios. Entre los efectos más frecuentes se encuentran las náuseas, vómitos, diarrea, cambios en el gusto y dolor de cabeza.
Además, también se pueden producir efectos secundarios muy graves, que en caso de sufrirlos será necesario acudir al médico, estos son los siguientes: sarpullido, ampollas o descamación de la piel, picazón, urticaria, sibilancias, dificultad para tragar y respirar, inflamación del rostro, la garganta, la lengua, los labios y ojos y por último la diarrea intensa con heces líquidas o con sangre.
Los antibióticos se utilizan para tratar infecciones bacterianas y no sirve para tratar enfermedades como el catarro o la gripe
Las dosis seleccionadas para tratar la infección deberán de tener en cuenta los siguientes aspectos:
- Los patógenos esperados y la posible sensibilidad a los agentes antibacterianos.
- La gravedad y el lugar de la infección
- La edad, el peso y la función renal del paciente.
En casos de sobredosis se pueden observar síntomas gastrointestinales como las náuseas, vómitos y diarreas y el desequilibrio en el balance de líquidos y electrolitos. Además, también puede provocar insuficiencia renal.