Alimentos con moho, ¿me los puedo comer?

El moho es una evidencia de que un determinado alimento se está degradando y hay quien cree que quitando el trozo afectado el resto es comestible pero no siempre es así.

Mandarinas con moho.
15 marzo 2022 | 15:00 h
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El moho es quizá, junto con el mal olor, una de las evidencias más notables de que un determinado alimento se está descomponiendo. Esta capa aterciopelada, que empieza siendo blanquecina y acaba siendo azulada o verde, cumple una función a la hora de descomponer las moléculas más duras y, aunque su aspecto no es muy apetecible a simple vista, lo cierto es que no todas las variedades son tóxicas o perjudiciales.

De hecho, de entre las más de 300.000 especies de hongos, hay algunas que son perfectamente aptas para el consumo humano.

MOHOS BENEFICIOSOS

En este caso, se trata de variedades de hongos que aportan características organolépticas al alimento (sabor, olor, textura) sin resultar perjudiciales para la salud humana. Dentro de este grupo encontramos la variedad Penicillium (de la misma familia que la penicilina de uso médico para combatir infecciones bacterianas) que dan sabor y aroma a quesos como el roquefort, el brie, el camembert, el cabrales o el gorgonzola. Estos mohos son esenciales para completar la maduración y curación de estos tipos de queso. Por su parte, hay especies de Aspergillus que se aprovechan para fermentar la salsa de soja o Saccharomyces cerevisiae, para hacer pan, cerveza o vino.

Estos mohos sí pueden retirarse de embutidos duros o de quesos muy curados. Por su parte, algunos vegetales tendentes a desarrollar hongos, como las zanahorias, los pimientos o la coliflor también pueden aprovecharse una vez que se ha recortado la zona enmohecida dejando un margen de seguridad.

MOHOS DAÑINOS

Esta clase de mohos surgen cuando se dan las condiciones adecuadas de calor y humedad en el envase o recipiente en el que se almacenan los alimentos. Son muy visibles en las cáscaras de los cítricos, en la cubierta del pan, en los bizcochos… y suelen tener la clásica apariencia aterciopelada o bien presentarse en forma de puntos negros, que en realidad son cápsulas de esporas. El hecho de que sean visibles indica que el resto del producto ya ha sido contaminado, independientemente de que su sabor u olor haya quedado alterado.

El moho es una evidencia de que un determinado alimento se está degradando y hay quien cree que quitando el trozo afectado el resto es comestible pero no siempre es así

Por este motivo, el consumo de los alimentos que lo tengan está completamente desaconsejado, ni siquiera una vez que se ha retirado el trozo en el que vemos el moho. Lo más probable es que haya más aunque no lo percibamos.

Asimismo, hay que tener en cuenta que las esporas son muy volátiles y quedan en los envoltorios, en la nevera, en los trapos y utensilios de cocina (efectos sobre los que también pueden desarrollarse mohos). Por este motivo, una vez que se ha detectado la presencia de moho en un alimento hay que desecharlo en su totalidad y proceder a limpiar el entorno concienzudamente para eliminar los restos de esporas y evitar así que proliferen en otros productos.

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