Las picaduras de avispas y de abejas pueden ser muy dolorosas, y en algunos casos se produce tal inflamación en la zona que parece un indicio de alergia, lo que asusta todavía más cuando sucede en los niños.
Por lo general, se trata de reacciones no alérgicas causadas por la acción del veneno de las avispas y de las abejas, cuya toxicidad depende de la especie y de la cantidad inoculada.
Los síntomas son reacción localizada en la zona de la picadura, dolor inmediato, picor, inflamación y duran horas o días.
Realizar una intradermorreacción con varias concentraciones del veneno, dependiendo del resultado de las pruebas de la alergia
No obstante, en ocasiones, esta reacción no alérgica puede extenderse localmente afectando a tejidos menos superficiales, lo que precisa de un tratamiento específico. Igualmente, de manera excepcional, también se han detectado reacciones tóxicas generales severas después de múltiples picaduras.
CLAVES DE LA ALERGIA A ESTAS PICADURAS
Sí, también existe la alergia a estas picaduras. En estos casos, lo normal es que las reacciones alérgicas surjan por un mecanismo del sistema inmunitario debido a la presencia de anticuerpos de Inmunoglobulina E, IgE, contra el veneno de estos insectos. Eso sí, antes de desarrollar la alergia, es necesario haber entrado en contacto con esta sustancia a través de picaduras anteriores.
La alergia a las picaduras de avispa o de abeja causa síntomas muy similares a las reacciones no alérgicas, como inflamación, picor y dolor en la zona. Sin embargo, en algunos casos la reacción local puede extenderse afectando a toda la extremidad, o incluso a más de dos extremidades, hecho que se asocia a la inmunidad retardada, que es otro proceso inmunológico.
Algunas personas presentan reacciones alérgicas muy severas, que son generales o sistémicas, y que se consideran las más preocupantes. Estas provocan un tipo de urticaria en la piel, así como otros síntomas no cutáneos, entre los que destacan problemas para respirar, sibilancias, dolor en el abdomen, diarrea, náuseas, vómitos, mareo, problemas para hablar o tragar, así como pérdida de conocimiento.