Todo sobre la toxina botulínica en Medicina Estética: qué es, qué tipos existen y aplicaciones

La toxina botulínica, popularmente conocida como 'bótox', se utiliza como tratamiento facial para suavizar las arrugas

Mujer recibiendo un tratamiento con toxina botulínica (Foto. Freepik)
Mujer recibiendo un tratamiento con toxina botulínica (Foto. Freepik)
16 mayo 2024 | 11:00 h

La toxina botulínica, sustancia que probablemente te suene más por su nombre comercial, Bótox, es ya un básico en el mundo de la estética. Se trata de una toxina producida por la bacteria Clostridium botulinum que no sólo ha demostrado ser un tratamiento eficaz en el campo de la belleza y la estética, sino que también se utiliza para determinadas condiciones médicas. Pero centrándonos en el campo de la Medicina Estética, esta neurotoxina se utiliza especialmente para tratar las arrugas y las líneas de expresión.

Esta sustancia actúa inhibiendo la liberación de acetilcolina, un neurotransmisor que transmite las señales nerviosas a los músculos. Por lo tanto, su aplicación adecuada resulta en la relajación del músculo de forma temporal. En el caso del rostro, la toxina botulínica suaviza las arrugas generadas por la contracción muscular de los músculos de la cara, dando a la piel un aspecto más joven y fresco.

No obstante, la toxina botulínica también se puede utilizar en otras zonas del cuerpo para aliviar los síntomas de afecciones como el estrabismo (afección popularmente conocida como ‘ojos bizcos’), la hiperhidrosis (sudoración excesiva), el bruxismo (rechinar o apretar los dientes de forma inconsciente e involuntaria) o la distonía (contracciones musculares involuntarias).

La toxina botulínica de tipo A es la más empleada en la Medicina Estética

En cualquier caso, la inyección de la toxina botulínica siempre debe correr a cargo de un médico especializado, ya que no deja de ser una sustancia tóxica que en dosis superiores a las recomendadas o en malas prácticas médicas podría causar serios daños en el organismo. Entre ellos, la parálisis de los músculos, dificultad para hablar, tragar o gesticular e incluso desarrollar botulismo y llegar a ser potencialmente mortal.

Las cepas de la bacteria que producen la toxina crean 8 formas de toxina botulínica. Sin embargo, para las aplicaciones en Medicina Estética se utilizan las de tipo A o las de tipo B, aunque esta última es menos común. La diferencia entre ellas reside principalmente en su composición, duración y precio. Por ejemplo, los efectos de la toxina botulínica tipo B duran menos tiempo y se utiliza para tratar los espasmos en el cuello, de ahí que se usen con menos frecuencia. En cambio, las de tipo A son más conocidas en el campo de la estética, incluyéndose en este grupo el famoso Bótox y otras marcas comerciales, como Dysport o Xeomin.

APLICACIONES EN MEDICINA ESTÉTICA

En el campo de la dermatología, el tratamiento con toxina botulínica se conoce como neuromodulador y se utiliza para aliviar las arrugas o líneas de expresión causadas por los músculos del rostro. Inyectada en pequeñas dosis, esta sustancia es capaz de bloquear la acción nerviosa de los músculos. Al relajarlos, también desactivan las arrugas de la piel de forma temporal, impidiendo que se pronuncien más con el paso del tiempo.

El procedimiento, que resulta indoloro para la mayoría de los pacientes, consiste en una infiltración de la toxina botulínica a través de una aguja fina. La cantidad a inyectar dependerá del problema a tratar y de otros factores, como el tamaño de la zona, y se aplicará sobre la piel o sobre el músculo. Las zonas estratégicas para las que suele utilizarse son las arrugas del entrecejo, las patas de gallo y las arrugas de la frente.

Algunos pacientes pueden desarrollar resistencia a la toxina botulínica

Los resultados del tratamiento con neuromoduladores son inmediatos, no obstante, desaparecen con el paso del tiempo. Generalmente, duran unos 4 meses en función del tipo de toxina inyectada, por lo que posteriormente, el paciente podrá repetir el tratamiento para prolongar su efecto. Además, es posible que desarrolle resistencia a la toxina botulínica después de someterse a tratamientos repetidos o de recibir dosis altas.

En estos casos de resistencia, los pacientes podrán recurrir a otro tipo de toxina botulínica o directamente tendrán que renunciar a ella. Como alternativa están los tratamientos inyectables, como por ejemplo el ácido hialurónico, para el tratamiento eficaz de las arrugas. Con los inyectables no se incide sobre el músculo como ocurre con la toxina botulínica, sino que materiales reabsorbibles se inyectan bajo la piel para rellenarla y, como consecuencia, alisarla durante un tiempo determinado.

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