La piel es un órgano fundamental para proteger nuestro cuerpo de las amenazas del exterior pero, además, es también la parte de nuestro cuerpo más visible. Esto hace que nos preocupemos tanto por su cuidado como por su apariencia, trabajando por mantenerla sana y bonita. Sin embargo, hay algunas enfermedades que nos impiden precisamente esto: afectan tanto a nuestro bienestar como a nuestra autoestima. Una de las más extendidas, y que afecta al 2% de la población, es la psoriasis.
La psoriasis es una enfermedad de la piel cuya característica principal es la presencia de un sarpullido con manchas rojas y escamosas, que pueden llegar a picar mucho. Estas suelen localizarse en las rodillas, los codos, el tronco y el cuero cabelludo. Esta condición puede llegar a ser dolorosa, interferir en el sueño y dificultar la concentración. Pero esta situación no se limita únicamente al ámbito médico, pues afecta en gran medida a la calidad de vida de los pacientes, llegando incluso a aumentar el riesgo de suicidio con respecto a la población general.
“Hay distintos niveles de tratamiento para la psoriasis, y estos dependen mucho del grado de afectación que tiene la enfermedad”
Con el objetivo de visibilizar esta enfermedad cutánea, que afecta al bienestar y la autoestima de los pacientes, cada 29 de octubre se celebra el Día Mundial de la Psoriasis. Pero, ¿cómo se puede abordar esta situación? La psoriasis ha contado con atención terapéutica especial desde los tiempos de los egipcios, y durante siglos fue objeto de la atención de curas milagrosas, según explica la AEDV. Ahora, en pleno siglo XXI, los tratamientos tienen el objetivo de detener la rápida proliferación de las células de la piel y eliminar las escamas. Para ello, se usan cremas y ungüentos, luminoterapia y medicamentos de administración oral o inyectables.
“Hay distintos niveles de tratamiento para la psoriasis, y estos dependen mucho del grado de afectación que tiene la enfermedad”, explica para Estetic.es el doctor Miguel Sánchez Viera, dermatólogo del GEDET. Es importante distinguir entre psoriasis leves y muy localizadas y psoriasis severas y generalizadas. Mientras que las primeras se suelen manejar bien con tratamientos locales tópicos (cremas y pomadas), las que afectan a muchas zonas del cuerpo deben ser abordadas con fármacos.
“Tenemos, por un lado, los tratamientos clásicos: fármacos muy eficaces, pero que requieren un control analítico y médico estrecho. Por otro lado, se están desarrollando ya nuevas familias de fármacos biológicos, que han revolucionado mucho el tratamiento de la psoriasis”. La terapia biológica consiste en tratamientos sintetizados mediante biotecnología. Con estos tratamientos se puede llegar a controlar a los pacientes, aunque aún no hay fármacos curativos.
Como tratamiento oral de la psoriasis moderada y grave, se suelen utilizar terapias como la fototerapia, y se recurre al acitretino, un derivado de la vitamina A, así como a inmunosupresores como el metotrexate y la ciclosporina A. Por otro lado, para prevenir los brotes, se recomienda el tratamiento precoz de las infecciones y evitar los traumatismos, incluyendo el rascado.
También se recomienda evitar el estrés y la ingesta de algunos medicamentos como el litio, los betabloqueantes, los antipalúdicos y los corticoides sistémicos. Entre los brotes, como tratamiento de mantenimiento, se recomienda mantener la piel hidratada aplicando emulsiones hidratantes diariamente. También puede ser necesario utilizar, entre brotes, cremas de tratamiento sin corticoides, como los análogos de la vitamina D para mantener controlada la enfermedad.
"Tenemos, por un lado, los tratamientos clásicos: fármacos muy eficaces, pero que requieren un control analítico y médico estrecho"
Así, la psoriasis se puede controlar siguiendo algunos consejos:
- Tomar bañosde avena de forma frecuente.
- Mantener la piel limpia y húmeda.
- Exponerse a la luz solar, pero siempre con fotoprotección.
- Evitar el estrés y el consumo de alcohol.
La psoriasis es una enfermedad de la piel para la que aún no existe cura, pese a que lleva intentando tratarse desde la época de los egipcios. Sin embargo, existen una serie de recomendaciones y tratamientos que ayudan a mantenerla controlada y a reducir el impacto que genera sobre el bienestar y la autoestima de los pacientes.