Lo recomendado por los cirujanos es dejar de fumar de tres a seis semanas antes de cualquier intervención para no arriesgarse a la muerte de tejido
Sin embargo, más allá de los motivos saludables que deberían llevarnos a dejar este mal hábito, se encuentra también otro problema, que pasa por la relación existente entre la nicotina y la cirugía plástica.
Resulta que a la hora de realizar una intervención de este tipo, los cirujanos proceden a retirar piel y por lo tanto, a eliminar algunos vasos sanguíneos, de forma que los que quedan intactos se encargan de proporcionar oxígeno a la piel manipulada tras, por ejemplo, un lifting facial o una cirugía estética de abdomen.
Esto se traduce en que si los vasos sanguíneos cuentan con nicotina, el flujo sanguíneo se ve alterado y llega menos oxígeno a la piel, lo que puede derivar en que los tejidos mueran. Estos son algunos otros efectos que puede causar la nicotina tras una intervención estética:
1. Pérdida de la piel de las mejillas, los pezones o el abdomen.
2. Infecciones.
3. Muerte de las células grasas, causando grumos duros.
4. Cicatrización retardada de las heridas.
5. Cicatrices gruesas y anchas.
6. Coágulos de sangre.
7. Aumento del dolor.
8. Daño permanente en determinados vasos sanguíneos.
9. Pérdida de implantes mamarios.
10. Accidentes cerebrovasculares, ataques al corazón, coágulos de sangre y neumonía.
En el caso de ser fumador y estar pensando en someterse a alguna cirugía estética, lo recomendado por los cirujanos es dejar de fumar de tres a seis semanas antes de la intervención. Además en el caso de tener algún momento de debilidad, sería mejor retrasar la cirugía antes de arriesgarse a la muerte de tejido.
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