Más allá de cuidar la sonrisa por una razón estética, debemos velar por nuestra salud bucal para anticiparnos a afecciones como las caries, la acumulación de sarro o la inflamación de las encías. El cepillado diario es la principal vía para cuidar nuestra boca, aunque no es suficiente para eliminar por completo toda la suciedad interdental. Por esta razón es necesario incluir en nuestra rutina de higiene otros elementos que garanticen una limpieza completa.
Hay muchas opciones que complementan el cepillado diario como la seda dental, los colutorios o los cepillos interproximales, aunque ninguna de ellas es tan efectiva como el uso habitual de un irrigador bucal. ¿En qué consiste? La irrigación es una técnica de agua a presión que consigue eliminar todos los restos de comida y placa a los que parece imposible llegar con el cepillo.
Así, el irrigador bucal es el complemento perfecto para la limpieza interdental, pues eliminan fácilmente la placa de las zonas donde el cepillo no puede llegar.
También, la inflamación y el sangrado de las encías se reduce con el masaje que ofrece la presión del agua, ayudando a prevenir la gingivitis o la periodontitis.
Asimismo, tras el cepillado, aplicar agua o enjuague bucal a través del irrigador nos permite conseguir un frescor más duradero durante el día.
A diferencia de los enormes irrigadores existentes en el mercado, aparecen nuevos formatos como los Irrigadores MINI Roaman, que están adaptados al uso cotidiano. Pese a su pequeño tamaño resultan ser igual de efectivos que los profesionales.
Este pequeño irrigador es fácilmente transportable (sin cables) y supone una revolución en el sector tanto por su diseño, su tamaño y su tecnología, pues cuentan con una carga de batería que dura entre 15 y 30 días. Es la opción perfecta para los que usan brackets, ya que su formato mini permite llevarlo a cualquier parte.