El Proyecto Genoma Humano, completado en 2003, sentó las bases para la investigación científica sobre la influencia del medio ambiente en la expresión genética. Esto llevó a la creciente popularidad de la nutrigenómica, el campo de descubrimiento sobre cómo los factores ambientales, la ingesta de alimentos y el estilo de vida, influyen en la expresión génica.
Por ello, a través de estudios en curso, investigadores y profesionales de la salud están aprendiendo cómo los alimentos afectan las interacciones genéticas. Y es que, señalan que las diferencias en los genes entre las personas afectan los requerimientos de nutrientes, el metabolismo y la respuesta a la nutrición y las intervenciones dietéticas, que requieren recomendaciones personalizadas.
En este sentido, mucha investigación rodea al tema del peso y la obesidad, ya que se relacionan con los genes y el estilo de vida. De hecho, los estudios indican que del 40 al 70 por ciento de la variabilidad entre individuos en el índice de masa corporal puede atribuirse a factores genéticos. Por ello, en el futuro, las pruebas genéticas pueden convertirse en una rutina para obtener consejos dietéticos específicos para perder peso, sin embargo, actualmente no son prácticas debido a las complejas interacciones genético-ambientales y porque es probable que cientos de genes participen en la determinación del peso.
A través de estudios en curso, investigadores y profesionales de la salud están aprendiendo cómo los alimentos afectan las interacciones genéticas
Por otra parte, un documento de posición de la Academia de Nutrición y Dietética de 2014 declaró que la genómica nutricional proporciona información sobre cómo las interacciones entre la dieta y el genotipo afectan el fenotipo. Los expertos creen que la atención médica se puede mejorar si los profesionales pueden proporcionar recomendaciones nutricionales que son más personalizadas que las pautas de la población, en función del perfil genético, el fenotipo, el estado de salud, las preferencias alimentarias y los factores ambientales. Sin embargo, debido a que la expresión génica interactúa constantemente con el entorno cambiante, no es posible aconsejar a los pacientes que usen solo la información genética.
Y es que, aunque la evidencia es sólida para algunas asociaciones de genes y dietas, otras siguen sin estar claras, razón por la cual la implementación de la nutrigenómica sigue siendo controvertida. Algunos profesionales de la salud argumentan que la nutrigenómica no está lista para uso clínico o que gran parte de la evidencia proviene de estudios observacionales; otros, en cambio, están practicando fuera de lo que la investigación actual apoya.
Por esta razón, es inapropiado aconsejar a los pacientes sobre el cambio de sus dietas o estilos de vida basados en la genética sin tener en cuenta los biomarcadores clínicos individuales, las preferencias en la dieta y el estilo de vida y la capacidad de hacer cambios.