La placenta: más que un órgano temporal, una fuente de respuestas

La patología placentaria es un potente indicador de por qué han ocurrido complicaciones durante el embarazo, pero suele descartarse una vez terminado el parto

Conservar la placenta puede ayudar a entender sucesos durante el embarazo (Foto. Freepik)
Conservar la placenta puede ayudar a entender sucesos durante el embarazo (Foto. Freepik)
Carmen Bonilla
30 septiembre 2024 | 12:00 h
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La placenta es el vínculo fundamental entre la madre y el bebé. Se trata de un órgano que se forma en el útero durante el embarazo, y es una gran fuente de nutrientes y oxígeno para los futuros niños. Además, es un símbolo del embarazo, que ha dado lugar a modas tan curiosas como la de comérsela tras el parto o plasmarla con colores sobre una superficie en blanco. Sin embargo, su importancia va más allá de lo estético o de modas: conservarla también puede tener beneficios para la salud.

En este contexto entra en juego la patología placentaria, un reflejo de la relación entre los mecanismos básicos de enfermedad y muchos de los embarazos que evolucionan de forma anormal. Independientemente de las modas, las placentas suelen descartarse tras el nacimiento, lo que hace que la patología placentaria no se suela emplear a menudo. Ahora, un reciente artículo de opinión publicado en la revista Trends in Molecular Medicine de Cell Press, valora que esta cuestión debería volverse rutina en la atención obstétrica y neonatal.

“Las placentas no deberían considerarse un tejido de desecho”

“Las placentas no deberían considerarse un tejido de desecho”, expresa la Dra. Mana Parast, profesora de patología en la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego y autora principal del artículo. “No solo pueden enseñarnos mucho sobre lo que salió mal en un embarazo, sino que también nos brindan información sobre embarazos posteriores para la salud de la embarazada y del bebé”.

La placenta es un elemento clave para el intercambio de nutrientes y productos de desecho entre el bebé en desarrollo y la embarazada. Cuando enferma, puede derivar en complicaciones peligrosas para la salud y la vida del feto. Por ejemplo, en su forma más grave, esta patología puede causar mortinatos. Es en este escenario médico en el que sí se examinan las placentas, pese a que muchos casos de tamaño pequeño al nacer o problemas neurológicos también se relacionan con ello. La patología placentaria se asocia, a su vez, con preeclampsia y problemas cardiovasculares en la madre.

“La patología placentaria puede identificar no solo la causa de un resultado adverso en el bebé, sino también por qué le sucedió algo a la madre y qué significa eso para su salud en el futuro”, dice Parast, que también es patóloga perinatal y directora del servicio de patología perinatal en UC San Diego Health. Por otro lado, el examen de la placenta de bebés prematuros podría también proporcionar información para su atención inmediata.

“Los bebés prematuros que van a la unidad de cuidados intensivos neonatales suelen recibir antibióticos antimicrobianos para prevenir infecciones bacterianas que puedan haberse instalado, ya que no tienen un buen sistema inmunológico”, argumenta Parast. “El cultivo de sangre para detectar infecciones fúngicas lleva unos días, pero si examinamos rápidamente las placentas de los bebés prematuros en busca de signos de infección fúngica, podemos alertar de inmediato al equipo de la UCIN para que añada un antimicótico al régimen”.

“La patología placentaria puede identificar no solo la causa de un resultado adverso en el bebé, sino también por qué le sucedió algo a la madre y qué significa eso para su salud en el futuro”

Pese a todo, las placentas siguen sin utilizarse lo suficiente en la práctica clínica pero, ¿cómo se podría solucionar esta situación? Los investigadores sugieren que los médicos pueden empezar por incorporar la patología placentaria en la atención de los embarazos complicados. “Hay hospitales en Estados Unidos donde los patólogos examinan todas las placentas, incluso en embarazos sin complicaciones, y a veces esa evaluación da lugar a exámenes adicionales. No obstante, eso requiere muchos más recursos”, añade Parast.

Los investigadores coinciden en que la investigación placentaria necesita más financiación, y debe incorporarse a los ensayos clínicos prospectivos. “Si la patología placentaria no se incorpora en estos ensayos, es como si se realizara un ensayo sobre el cáncer sin patología: simplemente estarían conduciendo a ciegas”, concluye Parast.

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