Dentro de la rutina de belleza hay productos que son esenciales como los limpiadores o la protección solar; y otros que, aunque no son imprescindibles, pueden ayudar a mejorar el estado de la piel, como las mascarillas faciales.
La farmacéutica Rocío Escalante, titular de Arbosana Farmacia y experta en dermofarmacia, nos habla de sus beneficios para la piel.
"Las mascarillas faciales tienen múltiples beneficios para la piel, pero también para el bienestar. Dedicar 10-15 minutos más al cuidado del rostro con una mascarilla y aprovechar ese rato para relajarse es un mimo que aconsejo poner en práctica al menos una vez a la semana", señala.
BENEFICIOS DE LAS MASCARILLAS FACIALES
-Limpian en profundidad. Las mascarillas ayudan a limpiar en profundidad el rostro, gracias a su efecto détox. Absorben las impurezas y el exceso de grasa, limpian los poros para conseguir una piel más limpia y, por lo tanto, radiante. Son perfectas para las pieles grasas y mixtas, sobre todo.
-Hidratan la piel. En las pieles secas, una mascarilla facial hidratante ayuda a incrementar la hidratación y evitar la pérdida de humedad, devolviéndole el confort y evitando la sensación de tirantez. Son muy recomendables para usar por la noche, cualquier día y especialmente después de una jornada al sol.
Las mascarillas absorben las impurezas y el exceso de grasa, limpian los poros para conseguir una piel más limpia
-Iluminan. Las mascarillas con efecto iluminador y antiedad consiguen aportar al rostro jugosidad y ese brillo que se va perdiendo con el paso de los años. Son las favoritas de las pieles maduras, pero también de cualquier piel que tenga signos de cansancio, por falta de descanso o estrés.
-Alisan las arrugas y rejuvenecen. Las mascarillas antiedad consiguen que la piel se vea más joven y redensificada, con las arrugas menos visibles, y los signos de cansancio mitigados. Ideales para las pieles cansadas o envejecidas.
-Efecto flash. Las mascarillas suelen presentar una concentración alta de activos lo que repercute en la piel. Los efectos de muchas mascarillas son inmediatos y por eso son perfectas también para preparar el cutis antes de un evento importante, o siempre que se note el rostro apagado y cansado.
¿QUÉ FORMATO ELEGIR? ¿CÓMO SE UTILIZAN LAS MASCARILLAS FACIALES? ¿POR QUÉ NO DEBERÍAS PREPARAR MASCARILLAS FACIALES?
Las mascarillas faciales se presentan en diversos formatos y texturas: las clásicas son en crema o barro. Desde hace unos años las que triunfan son las mascarillas velo, que resultan muy cómodas, porque luego no se tienen que retirar con agua. Lo esencial es elegir siempre una mascarilla adecuada al tipo de piel y necesidad.
Se aplican siempre sobre la piel limpia y seca. Preferentemente por la noche, pero se pueden aplicar también por la mañana o en cualquier momento. Después de eliminarla, hay que seguir con el ritual habitual: sérum, crema, contorno de ojos… Hay que ser constante para ver resultados y usarlas al menos una vez a la semana.
En cuanto a las mascarillas caseras, lo que en un principio se presenta como un tratamiento casero puede acarrear algún problema para la piel. Ciertos ingredientes, habituales en ellas, pueden provocar irritaciones. Por ejemplo, el limón puede modificar el pH de la piel, lo que alteraría su función barrera. Las pieles sensibles, con rosácea o brotes de acné, podrían sufrir irritaciones indeseadas si se aplican productos caseros que no tienen ningún tipo de control. Además, al tratarse de productos que hemos sacado de la nevera, pueden llevar alguna bacteria que estaríamos aplicando en nuestra piel.