El 80% de nuestro cuerpo está compuesto por agua y es fundamental que consumamos alrededor de un litro y medio cada día para mantener nuestro organismo hidratado y que pueda funcionar de manera óptima. Los expertos recomiendan entre un litro y medio o dos litros de agua al día para la salud integral, pero lo cierto es que depende de cada cuerpo. El equilibrio ideal consiste en mantener unos niveles de hidratación óptimos a través del agua que bebemos y de los alimentos que consumimos.
Cada vez son más las personas que se preocupan por la calidad y aspecto de su piel. Con la popularización del skincare, la hidratación de la tez se ha vuelto una de las prioridades de muchas, situando a los productos hidrantes como los favoritos e indispensables de muchas rutinas. En muchas ocasiones, hemos sido testigo de recomendaciones asociadas al consumo de agua con la hidratación de la piel. Y es que, la solución a las pieles deshidratadas o secas no es beber más agua.
Ante ello, la titular de Farmacia Avenida América y especialista en dermofarmacia y nutrición, Belén Acero responde a una de las inquietudes más comunes en relación a la hidratación cutánea: ¿Tenemos la piel seca porque consumimos poco agua? Belén lo desmonta.
¿TENGO LA PIEL SECA POR QUE BEBO POCO AGUA?
“El agua de nuestro cuerpo se almacena principalmente en la capa profunda de nuestra piel, es decir, la dermis. Esta última irriga las diferentes capas que componen nuestra piel y asciende hasta la epidermis -la capa más superficial- antes de evaporarse”, explica Acero.
“Hay que llegar a un estado muy avanzado de deshidratación, por ejemplo, cuando estás enfermo, para ver el efecto de la falta de agua en la piel"
La experta comenta que para evitar la pérdida del agua, demos cuidar de la película hidrolipídica, que es la encargada de retener esta agua y cubre toda la superficie de nuestra piel. No obstante, cuando no puede cumplir correctamente su función, se deshidrata.
Ante esta consecuencia, surgen las finas líneas por desecación que muchas veces se confunden con arrugas. La tez pierde su flexibilidad y se vuelve más gris y apagada, “este es el momento en el que te dices a ti mismo que últimamente no has bebido suficiente agua”, añade Belén.
La farmacéutica explica que la piel deshidratada es, sobre todo, el resultado de uno o más ataques a la película hidrolipídica por factores internos y externos. Un ejemplo de ello es el tabaco, el alcohol, la medicación, una dieta desequilibrada, una rutina de cuidado de la piel inadecuada, el cansancio, el estrés, el sol o cualquier agente que pueda perjudicarle.
¿DEBO BEBER MÁS AGUA?
“Hay que llegar a un estado muy avanzado de deshidratación, por ejemplo, cuando estás enfermo, para ver el efecto de la falta de agua en la piel. Este es un caso extremo”, apunta Belén. Es por eso que responde de manera negativa: "No debes pretender hidratar tu piel bebiendo dos litros de agua al día". No hay duda de que es bueno para nuestro organismo, pero no se va a ver reflejado en la piel. El principal impacto de la hidratación en la apariencia de la piel es a través de la mejora del flujo sanguíneo, que proporciona nutrientes, oxígeno y ayuda a desintoxicar el cuerpo.
Si lo que buscas es una piel más hidratada, Belén recomienda incorporar tratamientos tópicos, con activos con propiedades hidratantes, como el ácido hialurónico, el ácido poliglutámico, la glicerina, niacinamida, ceramidas o péptidos. Además, emolientes, como la manteca de karité o la lanolina, ayudan a sellar esta hidratación en la epidermis. Para potenciar su eficacia, puedes exfoliar tu piel periódicamente eligiendo un producto y una frecuencia de uso que se adapten a tu tipo de piel.