Las denominadas rinoplastias secundarias, reintervenciones por malos resultados, son cada vez más frecuentes. Las rinoplastias, operaciones de nariz, una de las cirugías plásticas más demandadas en España, se han convertido también en una de las que más reintervenciones y denuncias provoca debido al aumento de centros low cost y al intrusismo de cirujanos no cualificados para realizarlas. El resultado es que muchos acaban necesitando una segunda intervención ante los malos resultados obtenidos.
Según las estadísticas de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y estética (SECPRE), la rinoplastia es, en concreto, la quinta intervención de cirugía plástica estética más realizada en nuestro país. Uno de cada 10.000 españoles se somete a ella anualmente, sobre todo entre los 18 y los 45 años. Si bien el número de rinoplastias practicadas a mujeres triplica casi a las realizadas a hombres (unas 3.200 frente a 1.100), porcentualmente es una intervención más demandada por ellos. De todas las operaciones de cirugía plástica estética a las que se someten los hombres españoles, en torno al 14% corresponden a rinoplastias; por el contrario, del total de intervenciones a pacientes femeninas, las rinoplastias no llegan al 6%.
Por ello, “es importante asegurarse de que la clínica está legalizada y cuente con un equipo de reanimación y UVI, por si surgen complicaciones. Asimismo, es conveniente solicitar por escrito los resultados que se pretenden conseguir y pedir fotografías del antes y el después. La cirugía estética es la única especialidad quirúrgica en la que puede exigirse un contrato de resultados. El médico está obligado a obtener un resultado y no sólo a poner todos los medios posibles para conseguirlos”, explica Javier Galindo, especialista en Otorrinolaringología del Hospital Ruber Internacional y Cirujano Plástico Facial Certificado en Beauty One Center .
CAUSAS DEL FRACASO
Las causas del fracaso en rinoplastia son variadas y ocurren en diferentes momentos del proceso antes de la cirugía por una mala planificación que arruina el resultado por muy buena que sea la operación; muchos pacientes confiesan que el resultado no tiene nada que ver con lo que ellos querían, y esto se debe a una falta de comunicación médico-paciente. Durante la cirugía, comenta el especialista, “con frecuencia vemos auténticas mutilaciones de la nariz por resección excesiva del esqueleto nasal y poco cuidado en la manipulación de los tejidos. Estos fallos técnicos solo pueden achacarse al cirujano. Por eso la elección de un buen profesional es tan importante y después de la cirugía, pueden aparecer complicaciones también, por lo que se deben seguir las recomendaciones médicas en todos los casos”.
TÉCNICA MUY COMPLEJA
Para Javier Galindo, con larga experiencia en este tipo de intervenciones, “la rinoplastia secundaria, técnicamente es muy compleja, quizás uno de los procedimientos más difíciles en cirugía estética. Cada caso es único, y pese a realizar una exploración minuciosa en consulta siempre existe una parte impredecible sobre qué secuelas pueden encontrarse. Por ello, en cirugías de revisión se suele optar por el abordaje abierto, para tener una idea clara de las deformidades y poder corregirlas”.
Uno de los problemas, añade el cirujano, “es la falta de estructura y soporte en la nariz por excesiva resección previa. En estos casos se recurre a zonas como la oreja o la costilla para obtener nuevo cartílago del paciente con el que reconstruir la nariz. Se denomina rinoplastia estructural, y es básica para restablecer la armonía en una nariz mal operada. A partir de ahí, mediante suturas o injertos estéticos, se intenta obtener el mejor resultado posible”.
Los resultados dependen en gran medida de las secuelas de la primera intervención fallida. “Cuando son leves o moderadas el resultado puede ser casi tan bueno como en un paciente no operado, pero cuando las secuelas son severas es honesto ajustar las expectativas del paciente e intentar conseguir una nariz que pase desapercibida y tenga un aspecto natural, evitando la apariencia de nariz operada que atrae las miradas de la gente. Restablecer la confianza en uno mismo y hacer olvidar el trauma físico y psíquico de la cirugía previa hacen que los pacientes se sientan por fin contentos”.
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Según las estadísticas de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y estética (SECPRE), la rinoplastia es, en concreto, la quinta intervención de cirugía plástica estética más realizada en nuestro país. Uno de cada 10.000 españoles se somete a ella anualmente, sobre todo entre los 18 y los 45 años. Si bien el número de rinoplastias practicadas a mujeres triplica casi a las realizadas a hombres (unas 3.200 frente a 1.100), porcentualmente es una intervención más demandada por ellos. De todas las operaciones de cirugía plástica estética a las que se someten los hombres españoles, en torno al 14% corresponden a rinoplastias; por el contrario, del total de intervenciones a pacientes femeninas, las rinoplastias no llegan al 6%.
Uno de cada 10.000 españoles se somete a una rinoplastia anualmente, sobre todo entre los 18 y los 45 años
Como ha ocurrido en otras especialidades, como es el caso de la odontología, con el aumento de la demanda de cirugía estética han surgido también centros de bajo coste que ofrecen intervenciones a precios muy reducidos. Se trata de clínicas que aprovechan las lagunas legales para captar pacientes que carecen de recursos suficientes. Por ello, “es importante asegurarse de que la clínica está legalizada y cuente con un equipo de reanimación y UVI, por si surgen complicaciones. Asimismo, es conveniente solicitar por escrito los resultados que se pretenden conseguir y pedir fotografías del antes y el después. La cirugía estética es la única especialidad quirúrgica en la que puede exigirse un contrato de resultados. El médico está obligado a obtener un resultado y no sólo a poner todos los medios posibles para conseguirlos”, explica Javier Galindo, especialista en Otorrinolaringología del Hospital Ruber Internacional y Cirujano Plástico Facial Certificado en Beauty One Center .
CAUSAS DEL FRACASO
Las causas del fracaso en rinoplastia son variadas y ocurren en diferentes momentos del proceso antes de la cirugía por una mala planificación que arruina el resultado por muy buena que sea la operación; muchos pacientes confiesan que el resultado no tiene nada que ver con lo que ellos querían, y esto se debe a una falta de comunicación médico-paciente. Durante la cirugía, comenta el especialista, “con frecuencia vemos auténticas mutilaciones de la nariz por resección excesiva del esqueleto nasal y poco cuidado en la manipulación de los tejidos. Estos fallos técnicos solo pueden achacarse al cirujano. Por eso la elección de un buen profesional es tan importante y después de la cirugía, pueden aparecer complicaciones también, por lo que se deben seguir las recomendaciones médicas en todos los casos”.
TÉCNICA MUY COMPLEJA
Para Javier Galindo, con larga experiencia en este tipo de intervenciones, “la rinoplastia secundaria, técnicamente es muy compleja, quizás uno de los procedimientos más difíciles en cirugía estética. Cada caso es único, y pese a realizar una exploración minuciosa en consulta siempre existe una parte impredecible sobre qué secuelas pueden encontrarse. Por ello, en cirugías de revisión se suele optar por el abordaje abierto, para tener una idea clara de las deformidades y poder corregirlas”.
Uno de los problemas, añade el cirujano, “es la falta de estructura y soporte en la nariz por excesiva resección previa. En estos casos se recurre a zonas como la oreja o la costilla para obtener nuevo cartílago del paciente con el que reconstruir la nariz. Se denomina rinoplastia estructural, y es básica para restablecer la armonía en una nariz mal operada. A partir de ahí, mediante suturas o injertos estéticos, se intenta obtener el mejor resultado posible”.
Los resultados dependen en gran medida de las secuelas de la primera intervención fallida. “Cuando son leves o moderadas el resultado puede ser casi tan bueno como en un paciente no operado, pero cuando las secuelas son severas es honesto ajustar las expectativas del paciente e intentar conseguir una nariz que pase desapercibida y tenga un aspecto natural, evitando la apariencia de nariz operada que atrae las miradas de la gente. Restablecer la confianza en uno mismo y hacer olvidar el trauma físico y psíquico de la cirugía previa hacen que los pacientes se sientan por fin contentos”.
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