La entrada en la menopausia implica una larga lista de cambios hormonales, cuyos efectos en el cuerpo afectan de forma desigual a las mujeres. No todas sufren los mismos síntomas ni los viven con la misma intensidad, pero una de las consecuencias más advertidas de esta nueva etapa tiene que ver con el deseo sexual. En su nuevo libro, ‘Mujeres sin reglas’, la ginecóloga Matilde Gómez (@dr.matildegomez) expone que la disminución de la libido afecta al 48% de las mujeres, representando así el tercer problema más frecuente en la era menopáusica.
Es cierto que los cambios hormonales pueden influir en nuestro apetito sexual, pero la experta señala que “las mujeres somos más complejas y no sólo dependemos de ellas”. En declaraciones para Estetic, la ginecóloga recuerda la incidencia en esta etapa del síndrome genitourinario, asociado a la sequedad vulvar y vaginal, la dispareunia o dolor durante las relaciones sexuales, cistitis, infecciones de orina o incontinencia de urgencia, etc. Estos síntomas pueden alejarnos de lo que pasa en la cama, como también otros problemas físicos asociados a la menopausia.
Por ejemplo, la doctora nos cuenta que pueden influir el estado de los ligamentos de la zona, la presencia del liquen escleroso vulvar o la posibilidad de contagio de ITS: “Hay mujeres menopáusicas sin pareja estable que llegan a mi consulta y que, como no pueden quedarse embarazadas, piensan que todo vale. Pero yo no me canso de repetirles que la menopausia no les libra de sufrir estas infecciones sexuales, que son fuente de problemas y molestias”, recuerda.
“Las mujeres somos más complejas y no sólo dependemos de las hormonas”
Matilde especifica que “cada caso es un mundo y sus causas también”, y que, en cualquier caso, “lo primero es atender la salud”. Pero la pérdida de deseo sexual puede tener otras motivaciones alejadas de los síntomas físicos. “A estas edades hay cambios en la forma en la que nos comunicamos y nos relacionamos entre nosotros, así que quizás es normal que el deseo baje”, explica. Además, las reglas de la sociedad han colocado a las mujeres de edades avanzadas como “sujetos que ya no despiertan el interés sexual”, sino que quedan invisibilizadas o relegadas al cuidado de los demás.
Estas razones y el freno que muchas veces nos autoimponemos también pueden reducir nuestro interés en las relaciones sexuales. La ginecóloga señala que “los hombres se estimulan simplemente con ver una imagen, pero en las mujeres eso no funciona”. Por otro lado, buscamos el momento perfecto, pensando en si estamos depiladas o si nuestra lencería es bonita, por ejemplo. Aquí entran en juego, de nuevo, las imposiciones sociales que nos “añaden más presión”.
Llegadas a este punto, la experta nos invita a reflexionar sobre “qué es tener deseo sexual”. Muchas veces, la comparación con las demás o con lo que vemos en internet hace que “creemos una enfermedad donde no la hay” y acudimos a consulta para que nos terminen recetando “medicamentos que no necesitamos”. De hecho, advierte de que “no hay tratamiento para recuperar el deseo sexual que no deje efectos secundarios”.
“Disminuir el número de relaciones sexuales con la edad es normal porque influyen muchos factores, pero eso no significa que no sigas disfrutando del sexo”
“El deseo sexual no es medible ni igual para todas” y, por este motivo, no podemos gestionarlo de la misma manera”, señala. Así pues, la doctora explica que “para que la pérdida de deseo se considere un problema, debe afectar a tu vida y que tú lo percibas como un problema”. Esto quiere decir que “disminuir el número de relaciones sexuales con la edad es normal porque influyen muchos factores, pero eso no significa que no sigas disfrutando del sexo”.
Para hablar de una dificultad real relacionada con el apetito sexual, Matilde nos explica el concepto de deseo sexual hipoactivo, que se refiere a “la constatación objetiva de una falta de interés en la actividad sexual, una ausencia de pensamientos y de fantasías sexuales y una falta de respuesta a la estimulación sexual”. Si ocurre durante más de 6 meses y afecta a la vida de algún modo, entonces sí debe considerarse un problema.
Por último, la ginecóloga recupera el estudio de Rosemary Basson (2002) que habla de la teoría circular o del deseo reactivo, un nuevo enfoque centrado en la intimidad. Se trata de “empezar una relación sexual sin deseo, que puede aparecer durante esta en cualquier momento”. Se entiende que esa relación sexual sea con pareja estable, en la que exista un sentimiento de complicidad, amor y lealtad trabajado durante años. “Es como cuando tus amigas te invitan a salir y te da pereza. Pero insisten y tú accedes. Y, aunque llegas sin energía a casa, tienes una sonrisa en la cara”, aclara la experta.