Hemos crecido adheridos al mito del amor romántico durante siglos y, aunque los tiempos cambian, todavía hoy llegan a nuestros días este y otros factores socioculturales que condicionan nuestra forma de entender el mundo. Al mismo tiempo, vivimos un momento de disrupción, tal vez un golpe de realidad, que genera conflictos en la pareja, porque estamos empezando a comprender y demostrar que no podemos ser lo que el amor romántico espera de nosotros.
Ejemplifiquémoslo en cifras: según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2022 se produjeron 179.107 matrimonios, pero, en la otra cara de la moneda, hubo 84.551 disoluciones matrimoniales. Cada vez somos más conscientes de que el amor no siempre tiene que ser idílico, ni durar para toda la vida ni tener solución que perpetúe la relación.
Para descubrirlo, la terapia de pareja profesional es nuestra gran aliada. Laura Morán, psicóloga, terapeuta familiar y de pareja y sexóloga, lo cuenta en su nuevo libro 'Perfectamente imperfectas' y también en exclusiva para Estetic. Morán admite que día a día se encuentra “con demasiadas consultas en las que se repiten una y otra vez los mitos que nos dicen cómo deben ser las parejas, las relaciones afectivas y las sexuales, haciéndonos creer que si no encajamos en esos estereotipos, nuestra relación (o nosotros mismos) tenemos un problema”.
Así que, con su trabajo diario en consulta y talleres, en redes sociales y ahora también con su nuevo libro, quiere “que quede claro” que “hay tantas formas de funcionar en una relación como parejas existen, y que en lo que solemos coincidir son las piedras en las que nos tropezamos cuando van mal”.
LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN SEXUAL
Una de las causas mayores de los problemas de pareja, según gran parte de los expertos, es una ausencia o mediocre educación sexual: “La falta de educación sexual ha condicionado negativamente nuestras relaciones porque intentamos cumplir expectativas impuestas por los cuentos, las pelis románticas y el porno”.
Todo esto no deja de ser “ficción”, y, sin embargo, hace que no hablemos de ello. De hecho, la sexóloga indica que sólo cerca del “10% de las parejas mantienen conversaciones directas, explícitas y asertivas sobre sus relaciones sexuales”. Pero, para poder hacerlo, la experta reseña que previamente tenemos que conocernos a con nosotros mismos.
"Sólo cerca del “10% de las parejas mantienen conversaciones directas, explícitas y asertivas sobre sus relaciones sexuales"
Afortunadamente, “las cosas están cambiando” en los últimos años, pero “todavía nos queda mucho por hacer”. Lo primero de todo para mejorar el conocimiento social e individual sobre las relaciones de pareja, según Morán, es hacer que la educación sexual deje de ser algo optativo para que “forme parte del currículum académico”en los colegios, aunque también deba impartirse en las familias.
“Hasta hace no mucho, la educación sexual se ha reducido a la profilaxis y la anticoncepción. Tenemos que educarnos, desde peques, en el cuerpo, los límites, los derechos, el consentimiento, el deseo, la expresión emocional, la asertividad, la búsqueda del placer, el respeto…”, señala.
Algo que genera mucho revuelo y que es fuente de opiniones muy diversas es, precisamente, la educación sexual en niños. Frente a ideologías más conservadoras que rechazan la educación sexual en edades tempranas, la experta es clara, pues se trata de “enseñarles que su cuerpo es suyo y que del mismo modo que nadie debe tocarlo sin su permiso, tampoco ellos pueden tocar los de los demás. Y lejos de alentar las relaciones sexuales infantiles, lo que se hace es trabajar en favor de protegerles frente al abuso sexual”, explica.
"Hay tantas formas de funcionar en una relación como parejas existen"
Además, recuerda que no se trata de “reducir la educación sexual a las relaciones sexuales (y estas a las genitales y coitales)”, sino que “la sexualidad es inherente al ser humano y lo impregna todo, incluso antes de nacer, cuando ya buscamos saber el sexo del bebé”. Morán añade que “se tiene la idea de que si no se habla de sexo a los más pequeños, no se interesarán por él, olvidando que los peques van a sentir una curiosidad natural que es motor de casi todo el aprendizaje”. Por lo tanto, cree que “si un niño no pregunta, no será por falta de curiosidad, sino de confianza”.