En nuestro entorno, especialmente si vivimos en grandes ciudades, circulan infinidad de sustancias. Algunas son inocuas, pero muchas otras pueden llegar a ser nocivas o perjudiciales para la salud, y muchas veces ni siquiera somos conscientes de ello. Un ejemplo de estas sustancias son los disruptores endocrinos, mezclas exógenas que alteran la función del sistema endocrino y, en consecuencia, causan efectos adversos para la salud en un organismo o su progenie, como indica la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Pero, ¿cómo puede afectar esto a nuestra salud? “Un efecto adverso se define como un cambio en la morfología, fisiología, crecimiento, desarrollo, reproducción o vida útil de un organismo”, explica para Estetic.es el doctor Rafael Lafuente, responsable del Laboratorio de Andrología y portavoz de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF). Esto se traduce en problemas como disminución de la fertilidad.
"Está claro que los disruptores endocrinos tienen una vinculación muy estrecha con la salud reproductiva”
“Teniendo en cuenta la importancia del control hormonal en la formación de las células reproductivas, así como en el desarrollo embrionario, está claro que los disruptores endocrinos tienen una vinculación muy estrecha con la salud reproductiva”. El problema es aún mayor ya que, en la actualidad, hay más de 1.500 sustancias conocidas que pueden actuar como disruptores endocrinos, tanto artificiales como naturales.
El experto señala que la más conocida es el bisfenol A, presente en muchos envases de alimentos, herbicidas, insecticidas, conservantes o detergentes, así como cosméticos o productos de higiene. “Muchas de estas sustancias las podemos encontrar por exposición ambiental a través del aire o del agua, a través de los alimentos o en exposición laboral”.
¿CUÁL ES SU IMPACTO EN LA FERTILIDAD Y SALUD REPRODUCTIVA?
El experto señala que las sustancias que actúan como ‘estrogénicas’ pueden adelantar la pubertad, y exposiciones tempranas en el feto se relacionan con una mayor incidencia de cáncer de mama, próstata, testículo, ovario o endometrio. Sin embargo, es importante diferenciar entre cómo afectan a hombres y cómo afectan a mujeres.
“A nivel masculino, el efecto se relaciona con una disminución de los parámetros seminales, efectos en el desarrollo fetal con un no descenso de los testículos o criptorquidia e, incluso, aparición de tumores en células germinales de los testículos”. Por otro lado, a nivel femenino, puede llegar a adelantarse la pubertad, dar lugar a ovarios poliquísticos, reducción de la fertilidad, endometriosis, miomas, cáncer de mama o de ovario, abortos, embarazos ectópicos o partos prematuros, entre otras cuestiones.
Estos efectos no son algo que se acabe de descubrir, pues “se conocen desde los años 40 y las evidencias científicas están descritas en miles de trabajos publicados, sobre todo a partir de 2005”. En estas investigaciones, se ha podido observar consecuencias en personas, animales silvestres, animales de laboratorio y cultivos celulares. “Son muchos los estudios epidemiológicos que describen, concretamente, efectos en la disminución de la fertilidad”.
“Debemos fijarnos en los productos que adquirimos, con los que entramos en contacto a nivel profesional y acudir a nuestro médico de cabecera o especialista en caso de duda”
LA INFORMACIÓN, FUNDAMENTAL PARA ENFRENTAR EL PROBLEMA
El doctor Lafuente destaca que es fundamental que las personas estén informadas y sean conscientes de las sustancias que nos rodean. “Debemos fijarnos en los productos que adquirimos, con los que entramos en contacto a nivel profesional y acudir a nuestro médico de cabecera o especialista en caso de duda”. Además, es fundamental abordar el problema de los microplásticos, un vehículo para el transporte de disruptores endocrinos. “Los microplásticos también se acumulan en tejidos y provocan inflamación y estrés oxidativo”.
Por otro lado, es necesario concienciar a las parejas de los problemas derivados de la exposición a disruptores endocrinos. “Como en muchos casos la exposición es casi inevitable, hay que favorecer políticas que faciliten la investigación, prevención y la formación a los profesionales que tratarán a las parejas”. Con todo, el doctor concluye que lo ideal es controlar estas sustancias y evitarlas en la medida de lo posible. “El objetivo final, con la ayuda de las autoridades, es implantar planes para la reducción y control de los disruptoresendocrinos presentes en el aire, agua, alimentos o cosméticos”, concluye.