El concepto de amor romántico ha instaurado la idea de que una pareja feliz será aquella que no tenga discusiones de ningún tipo, pero nada más lejos de la realidad. Como en cualquier otra relación, ya sea amistosa, familiar o incluso laboral, habrá conflictos que en la mayoría de situaciones se pueden resolver de forma sana, pues las parejas no deben ser perfectas. Laura Morán, psicóloga, terapeuta familiar y de pareja y sexóloga, habla precisamente de ello en su nuevo libro ‘Perfectamente imperfectas’.
Esa desmitificación es, probablemente, un proceso que todos debamos realizar, porque la experta señala en su publicación que “no hay una única forma de ser una pareja feliz, exitosa, sana y funcional. De hecho, se van adaptando a las circunstancias, y las dinámicas que en un momento dado pudieron serles de utilidad para quererse bien pueden tener que ser modificadas en algún momento sin que eso signifique que su relación esté en crisis”.
COMUNICACIÓN Y EMPATÍA PARA ENFRENTAR LOS CONFLICTOS
Las parejas van a estar rodeadas de conflictos en su día a día, pero la forma de resolverlos es lo que va a propiciar esa pareja feliz. Socialmente se ha hablado mucho de encontrar a tu media naranja para evitar esos problemillas de pareja, así como de hacer valer tu opinión en todo momento para estar en el lugar que mereces. No obstante, la psicóloga tiene bastantes cosas que aportarnos al respecto:
- El conflicto en la pareja: tenemos interiorizado, aunque cada vez menos, que para alcanzar la felicidad con el otro debemos tener un conflicto cero. La experta señala que “este es uno de los mitos más extendidos”. Eso de intentar encontrar a una persona 99% compatible contigo se ha quedado un poco añejo, porque por muy iguales que seamos, seguimos siendo personas diferentes y no podemos estar de acuerdo en todo ni compartir los mismos gustos.
En su libro, Morán señala que el popular psicólogo americano John Gottman concluyó en una de sus muchas investigaciones que el 69% de los conflictos son “problemas irresolubles”, por lo que lo que mejor pueden hacer las parejas es “centrar sus energías e imaginación en desarrollar estrategias que faciliten convivir con el problema, en vez de seguir enzarzándose con él”. La autora destaca el sentido del humor como una herramienta muy útil en este tipo de situaciones.
Según Gottman, el 69% de los conflictos son "problemas irresolubles"
Las cuatro conductas que Gottman había detectado en las parejas con problemas eran la crítica, la actitud defensiva, el desprecio y el aislamiento. Es comprensible que podamos tomarnos esas reacciones como reproches, pero hay que aprender a corregirlas. ¿Cómo? Aprendiendo a comunicar. Por ejemplo, si te molesta que tu pareja sea algo desordenada, en vez de replicarle lo típico de “cuando te conocí no eras así”, hay que transformarlo a “me cuesta estar a gusto si no veo la casa ordenada”, para que el receptor del mensaje lo interprete de forma positiva. Al principio puede resultar menos fluido, pero con el tiempo vamos a ir incorporando la dinámica hasta que se instale de forma natural.
- La sinceridad y su exceso: expresar nuestra opinión es positivo en todo momento o, al menos, eso es lo que tenemos interiorizado. Y la experta está de acuerdo, “pero con matices”. “Creo que retorcemos la sinceridad hasta convertirla en sincericidio”, explica. Cuando surge un conflicto por sinceridad, debemos tener en cuenta que “es una dinámica de dos, la responsabilidad se reparte entre ambos, aunque los porcentajes no tienen que ser idénticos”. Para solucionar el problema, la psicóloga propone un esfuerzo en la comunicación, resolviendo el conflicto por completo antes de que puedan venir otros nuevos.
Pero advierte de que no se trata de comunicarse más, sino mejor, es decir, estableciendo una comunicación útil, en la que haya un interés de conocer las motivaciones del otro por ambas partes. Cada miembro de la pareja debe aprender a hacer peticiones en vez de reproches a la defensiva, dar espacio al otro y aprender a manejar la frustración.
“Las parejas deben centrar sus energías e imaginación en desarrollar estrategias que faciliten convivir con el problema, en vez de seguir enzarzándose con él”
En nuestro intento de sinceridad, antes de comunicarlo todo, sino más bien, lo útil, debemos valorar los siguientes aspectos para abordar nuestra decisión sobre si contarlo o no:
- ¿Lo que vamos a comentarle aporta algo nuevo o simplemente va a hacer daño?
- El receptor del mensaje, ¿está preparado y en una buena situación como para recibirlo?
- Por empatía, ¿si yo fuera la otra persona, me gustaría recibir esa información? ¿Cómo quisiera recibirla?
Según la experta, cuando intentamos demostrar tanta transparencia y honestidad, podemos bloquear la comunicación fluida en la pareja e incluso alterar la convivencia, hacer daño a la otra persona o dañar su autoestima. Consecuentemente, terminaremos transformando el proceso comunicativo en algo más destructivo que constructivo. Así que, antes de abusar de sinceridad a la hora de aportar una información, valora estas preguntas.
La sexóloga hace hincapié en que “las parejas felices sí discuten y tienen conflictos, como todas, pero las relaciones exitosas logran serlo porque, entre otras cosas, desarrollan medidas compensatorias al respecto”. Por ejemplo, parece que existe una proporción áurea en los conflictos, o lo que es lo mismo, que “una sola cosa negativa tiene muchísima más capacidad para dañar el vínculo y alejarnos que la que tienen las interacciones positivas para reparar y acercarnos”. Por ello, las cosas positivas deben ser más abundantes y deberíamos ofrecer cinco atributos positivos por cada aspecto negativo que queramos comunicar a nuestra pareja (demostrar interés, inquietarse por el otro, etc.).
LA TERAPIA EN PAREJA COMO SOLUCIÓN AL CONFLICTO
Laura Morán recuerda que, tradicionalmente, la terapia de pareja ha estado impartida por personajes religiosos, en vez de por personas dedicadas a la salud. Sin embargo, estos líderes no han contado con la información necesaria para abordar los conflictos desde una disciplina profesional, pero además, han guiado a sus feligreses de acuerdo a los valores y límites morales de su religión. Por otro lado, también hemos podido confiar en los consejos de los amigos, pero estos no tienen la suficiente lejanía emocional como para ser objetivos.
Por todo ello, la experta reivindica en su libro la importancia de la terapia en pareja y la figura del terapeuta, ya no debe dar su opinión, sino que se basa en “identificar todos esos elementos individuales y relacionales que, al interactuar, generan y/o mantienen los problemas que ponen en riesgo o estropean la relación, para modificarlos dentro de lo posible”. El terapeuta es la figura que acompañará a la pareja en el proceso de descubrir si quieren mantener o no su relación.