En el último año, el término SIBO se ha ido volviendo cada vez más popular. Vídeos, posts o hilos han llenado todas las redes sociales, dando a conocer nuevas historias, nuevas curiosidades y, también, nuevas incógnitas. Sin embargo, ¿sabemos realmente lo que es esta condición, más allá de su nombre? Para dar respuesta a los principales interrogantes de la enfermedad, las nutricionistas Patricia Martínez López y Gabriela Retana Bronte, profesoras colaboradoras de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, han elaborado un decálogo de preguntas habituales, con sus correspondientes respuestas.
1. ¿Qué es el SIBO?
Su nombre real es ‘síndrome de sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado’. Esta condición aparece cuando se encuentran bacterias en el intestino delgado proximal o cuando lo colonizan bacterias anormales, como las productoras de hidrógeno, metano o ambas. Generalmente, las bacterias suelen encontrarse en el intestino grueso, mientras que el intestino delgado no suele tenerlas. “El sobrecrecimiento de bacterias productoras de hidrógeno (SIBO) o el sobrecrecimiento metanógeno intestinal (IMO) puede producirse si esas bacterias colónicas han migrado o simplemente es debido a una permeabilidad intestinal afectada”, explican las expertas del Máster Universitario de Alimentación Saludable y Sostenible y del Máster Universitario de Alimentación en la Actividad Física y el Deporte de la UOC.
2. ¿Cuáles son los principales síntomas del SIBO?
Dolor abdominal, diarrea o deposiciones alternantes, heces pálidas, distensión abdominal, flatulencias y eructos son los principales. Estos están relacionados con nutrientes mal absorbidos y cambios de permeabilidad. También se puede observar esteatorrea o signos de intolerancia a la lactosa. Sin embargo, es importante señalar que las consecuencias nutricionales de la mala absorción pueden llegar a provocar una lesión epitelio intestinal, anemia, inflamación, dolor corporal y fatiga, ente otras cuestiones.
Las consecuencias nutricionales de la mala absorción pueden llegar a provocar anemia, inflamación, dolor corporal y fatiga
3. ¿Cuál es el impacto del SIBO en la calidad de vida de los pacientes y cómo afecta a aspectos emocionales o sociales?
No es de extrañar que esta situación provoque un gran impacto en la vida de los pacientes. Según comenta Retana, una gran parte de los pacientes toleran mal casi todos los alimentos, lo que deriva en ansiedad, estrés o depresión, así como aislamiento social. Los síntomas crónicos pueden causar malestar constante y fatiga.
4. ¿Cuál es la prevalencia del SIBO?
Actualmente, se cree que el SIBO podría afectar hasta casi un 15% de la población sana.
5. ¿Cómo se diagnostica el SIBO y en qué consiste su tratamiento?
Cuando se sospecha de que un paciente puede tener SIBO, se llevan a cabo una serie de pruebas médicas, de laboratorio, radiológicas y de cuantificación del crecimiento bacteriano. “También se recomienda hacer una prueba de lactulosa, que es un método menos invasivo y costoso que consiste en pruebas de aliento de hidrógeno y metano”, explican las expertas. Una vez se tienen los resultados, se pone en marcha un tratamiento farmacológico, probiótico y se realizan pruebas de valoración final.
6. ¿Existen factores de riesgo específicos que aumenten la probabilidad de desarrollar SIBO?
Las expertas coinciden en que la disminución en la secreción del jugo gástrico, la motilidad intestinal disminuida, el aumento en la respuesta inmune o las alteraciones de la anatomía intestinal son los principales. Además, destacan la obstrucción, divertículos y complicaciones postoperatorias, la insuficiencia pancreática exocrina, la pancreatitis crónica o fibrosis quística y el aumento de la edad.
7. ¿Cómo se relaciona el SIBO con otras afecciones gastrointestinales, como el SII o el EII?
A menudo, el SIBO acompaña a otras afecciones gastrointestinales, y son muchos los estudios que describen la aparición simultánea de SIBO y SII. “Una mayor incidencia de SIBO también se asocia con enfermedades inflamatorias intestinales y con la enfermedad de Crohn en concreto”, remarca Martínez. Además, el SIBO también podría acompañar a la enfermedad celiaca.
8. ¿Qué tipos de bacterias suelen estar implicadas en el SIBO y cómo pueden proliferar en el intestino delgado?
Las bacterias por hidrógeno, como las del género Streptococcus, Staphylococcus, Bacteroides o Lactobacillus, son las principales implicadas en SIBO. Sin embargo, también podemos encontrar las bacterias por metano, en cuyo caso se habla de IMO. Estas últimas son las Methanobrevibacter smithii. Por último, puede haber en el intestino delgado un sobrecrecimiento de hongos, provocando, en este caso, SIFO.
“La dieta baja en oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables (FODMAP) es una de las pautas nutricionales que mejores resultados da”
9. ¿Qué papel juega la dieta en el manejo del SIBO?
Debido a que estamos hablando de una condición que ocurre en el intestino, la dieta es crucial en su manejo. Gracias al abordaje nutricional se evita la desnutrición, la pérdida de peso y la deficiencia de nutrientes. Además, se puede conseguir un alivio de los síntomas y eliminar el crecimiento bacteriano excesivo. “La dieta baja en oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables (FODMAP) es una de las pautas nutricionales que mejores resultados da”, recomienda Renata.
10. ¿Qué recomendaciones dietéticas específicas se pueden ofrecer a los pacientes?
Restringir el consumo de ajo, cebolla, pimiento verde, manzana, melón, sandía o lácteos (alimentos que contienen FODMAP) es fundamental. Además, es muy importante hacer una valoración precisa para contabilizar los alimentos que contienen FODMAP. “Se recomienda seguir un protocolo de cuatro meses con cinco fases: fase estricta 1, fase estricta 2, fase de reintroducción 1 y reintroducción 2 y, por último, una dieta personalizada equilibrada. Todo ello con una atención médica continuada y con la exclusión temporal de alimentos con FODMAP (no más de 6 u 8 semanas)”, concluyen las expertas.