Si tienes acné, lo mejor que podrías hacer es revisar tu dieta. Y es que, el azúcar favorece la inflamación de la piel y puede provocar en algunas personas -y a cualquier edad- brotes de acné. La mejoría se constata solo con dejar de tomar alimentos azucarados.
Por otro lado, según la doctora Paula Rosso, especialista en nutrición del Centro Médico Lajo Plaza, se ha comprobado que entre los efectos a largo plazo del consumo de azúcar figuran la aceleración del envejecimiento prematuro y una peor cicatrización de marcas o heridas.
Asimismo, el azúcar se adhiere a las proteínas en la sangre, formando nuevas moléculas, llamadas productos finales de glicación avanzada (GAFs), que dañan el colágeno y la elastina, contribuyendo a la flacidez y la formación de arrugas.
Además de ralentizar la producción de colágeno y elastina, los GAFs también desactivan las enzimas antioxidantes naturales, dejando la piel mucho más susceptible al daño solar.
Con respecto a los edulcorantes, sus efectos están menos probados, pero se sabe que son más artificiales y que obviamente pueden dañar también la piel.
El azúcar favorece la inflamación de la piel y puede provocar en algunas personas -y a cualquier edad- brotes de acné
En muchos casos además, provocan un efecto rebote que aumenta el deseo de consumir carbohidratos. Este sería el caso del aspartamo.
En cuanto a los azúcares añadidos, son los que se utilizan en la manufacturación de alimentos y bebidas, pero tampoco son recomendables, ya que suponen un aporte extra de azúcares que en su gran mayoría no necesitamos y aumentan nuestro consumo calórico.
No deberían representar nunca más del 5% de nuestras calorías, pero la industria alimentaria lo pone difícil y en ocasiones, no ofrece un correcto etiquetado. Sus efectos sobre la piel son los mismos que los del azúcar convencional.
Respecto a la sal, 5 gramos al día debería ser el límite. Cuando se consume más de esta cantidad, nuestro cuerpo va almacenando el sobrante en órganos y tejidos en una proporción de 20 partes de agua por una de sal. Esto es lo que causa la retención de líquidos en el cuerpo y lo que conocemos como edemas, que lo único que son es sal y agua almacenada que no consiguen eliminar el riñón ni la piel.
Las consecuencias también se aprecian en el cabello -el exceso de sal puede provocar caída capilar ya que deshidrata el cuero cabelludo-, en la piel -que se vuelve más seca y con las arrugas más marcadas- y en el contorno de ojos -en forma de ojeras y bolsas provocadas por el edema-.