La relación que tenemos con la comida nos da señales sobre el estado de nuestra salud mental. Normalmente, son hábitos que adquirimos poco a poco y que no concentran nuestra atención, en rutinas que no identificamos como Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), pero que, sin duda, lo son. Por eso, la visibilización y sensibilización de estos problemas es fundamental, teniendo en cuenta que los más jóvenes son quienes más los desarrollan por la influencia de las redes sociales.
Olga Alejandre, nutricionista especializada en TCA, quiere poner su granito de arena en esto. La joven vivió 6 años bajo estos trastornos, pero un buen día decidió dejar de ponerle restricciones a su comida y con ayuda profesional, el apoyo de su entorno y sus propias ganas, consiguió salir de ahí. Además de trabajar con pacientes, hace una importante labor de divulgación en sus redes sociales, concienciando sobre la validación de los cuerpos reales, y también a través de su nuevo libro, ‘La belleza de ser tú’, en el que cuenta su propia historia como ejemplo de superación. Hoy cuenta para Estetic cómo podemos reconocer un TCA en nosotros mismos, cómo es el proceso de recuperación y el papel que juegan las redes sociales.
¿CÓMO RECONOCER SI TENGO UN TCA?
La experta coincide en que, poco a poco, vamos normalizando conductas tóxicas con la comida que desencadenan en un TCA. Esa normalización muchas veces nos impide darnos cuenta de que estamos desarrollando un trastorno en los estadios más tempranos, por lo que nos invita a reflexionar para descubrir por nosotros mismos si tenemos o no un problema con la comida: “Si tus pensamientos sobre la comida ocupan mucho tiempo en la cabeza o es algo a lo que le prestas mucha importancia y comienza a afectar a otras áreas de tu vida, significa que algo no va bien”.
"Los filtros de las imágenes pocas veces ponen de relieve nuestras inseguridades, más bien las esconden”
Ante esa señal de alarma, lo recomendable es acudir al médico en busca de ayuda profesional para no agravar el problema y trabajar en una solución, probablemente a través de una educación nutricional y con ayuda psicológica, ya que otros factores de la rutina podrían influenciar el desarrollo del TCA. De hecho, una de las reivindicaciones de quienes conocen de cerca los TCA es la necesidad del abordaje multidisciplinar. Olga destaca el apoyo familiar,la voluntad y el rodearse de profesionales especializados como las claves para dejar atrás el problema.
¿ES UN PROCESO DE RECUPERACIÓN LINEAL?
En respuesta a esta pregunta, la nutricionista es muy clara: “No es un proceso lineal, tiene sus altos y bajos”. Concienciar sobre ello sirve de gran ayuda para quienes se encuentran bajo el TCA, ya que la concepción de un proceso de recuperación lineal puede conducirles a un abandono del proceso. “Puede haber incidencia y no por ello es algo malo. Lo que sí tiene que haber es una sensación de mejoría general, poco a poco. Si esa mejora no llega de ninguna forma, es que a lo mejor no estamos en una recuperación real”. Aquí, Olga señala como imprescindible la ayuda del psicólogo y del nutricionista.
PROMOVER MALOS HÁBITOS VS. CONCIENCIAR EN REDES SOCIALES
“Vivimos en la dieta de la restricción, algo que nos conduce a los atracones en los fines de semana, que es cuando nos permitirnos saltarnos la dieta para respirar un poco”, dice la experta. A modo de ejemplo, expone que pocas veces mostramos nuestras conductas saludables en redes sociales, sino más bien aquellas relacionadas con el ocio: “Alguien puede tomar una ensalada en su día a día y, sin embargo, solo comparte los momentos en los que toma un dulce con su familia”. Como espectadores, tendemos a reproducir ese patrón en nuestra rutina de alimentación porque “es lo que nos entra por los ojos”.
"Recuperarse de un TCA no es un proceso lineal, tiene sus altos y bajos”
A ello hay que añadir los cuerpos estereotipados, esos estímulos que nos llegan continuamente a través de internet, la publicidad y el marketing. Unas bellezas perfectas que no reproducen los michelines, las estrías y la celulitis y que, aunque también son válidos, no representan a la mayoría de la sociedad. “Normalizamos esas imágenes y, al no vernos reflejadas en ellas, asumimos que deberíamos parecernos a ellas porque es el estándar aceptado”. Para luchar contra esto, Olga Alejandre utiliza sus perfiles sociales exponiendo el truco de los filtros y efectos de las imágenes, así como las estrategias de posado delante de las cámaras que nos permiten mostrar versiones mejoradas de nosotros mismos y que “pocas veces ponen de relieve nuestras inseguridades”, más bien “las esconden porque nos avergonzamos de ellas”.
En esa misión, su objetivo no es llegar sólo al público más vulnerable para ayudarles, sino a “toda la gente para que sea consciente de que lo que nos están enseñando no es sano”. Y cree que cada vez hay más conversación entre la sociedad: “La gente es más consciente y critican los comportamientos tóxicos que pueden hacer daño a otros. Aunque nos falta un poquito de trabajo, creo que la respuesta general está siendo muy positiva”, concluye.